El despojo entendido desde la espiritualidad, es una forma de ser libre interiormente. Despojarse significa desprenderse. La vida toda es un constante desprenderse. Todo en la vida es cambio constante y si no aprendes a desprenderte sufrirás constantemente y no madurarás, no crecerás.

Y desprenderse, despojarse será vivir realmente el único momento que tienes de existencia, tu hoy, tu aquí, el ahora. Despojarte de todas las ataduras del egoísmo, desprenderte de toda preocupación para ocuparte solamente de este instante concretamente.

Despojarte será vaciarte de todo lo que te angustia, te agobia, te limita, te entristece, te enferma mental y hasta físicamente. Despojarte será desprenderte de la negatividad, hacer a un lado y arrojar al abismo de Dios todo cuanto pueda turbar la paz en tu interior.

Desprenderte o despojarte será no desear nada más que pertenecerle a Dios en este momento. Desprenderte, despojarte será detenerte para aprender a no hacer nada más que respirar y amar, respirar y amar, respirar y amar.

Amar a Dios sobre todas las cosas, amarte a ti mismo, a ti misma como te ama Dios y amar a la creación entera aunque ésta, esté sujeta a muchas esclavitudes pero que a ti no te turbarán más, porque habrás aprendido el secreto de ser feliz: desprenderte, despojarte de todo egoísmo, de toda mentira, de toda soberbia, de toda avaricia, de toda enfermedad mental y hasta física para dejar llenarte del amor de Dios.

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