Uno escoge deprimirse o no, por lo menos en cuanto a depresiones reactivas se refiere. Las depresiones reactivas, no son otra cosa que el otro rostro de los resentimientos y de la falta de perdón a uno mismo y por supuesto a los otros que también viven éste círculo vicioso de no fe, de desesperanza, de odio es decir, de no amor.

Tú que escuchas, ¿A qué te has atrevido a llamar una puerta sin salida? Porque todo lo que queramos nombrar, tiene salida. Más bien somos nosotros los seres humanos quienes nos cerramos la puerta a la libertad verdadera. Por ejemplo, permítenos decirte que hay salida para tu soledad, angustia y desasosiego, pero déjanos decirte que esa puerta no se llama activismo, no se llama entregarte a un trabajo de sol a sol al grado de desatender a quienes viven contigo y de descuidar la relación personal con el Señor Dios, como tampoco la puerta a la libertad verdadera se llama alcohol ni cigarro mucho menos la salida es la droga o el constante enojo.

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