2 Rescata tu niño interior 2

26/02/2017 1h 4min
2 Rescata tu niño interior 2

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Síntesis del Episodio

La fe, y la dinámica de la mente, nos permitirá iniciar la aventura que conduce a un reencuentro con tu niño interior y es probable, que a estas alturas de tu vida, tu mayor inquietud sea, saber quién es ese pequeño, esa pequeña…lo que ha sufrido, por qué te hace reaccionar como reaccionas. Estamos seguros, que con la gracia de Dios, muy pronto, podrás abrazarlo desde la fe, tenerlo junto a ti, en tu conciencia y en tu corazón, para poder brindarle todo el amor, la ternura, la aceptación que en el ayer le faltó y de la mano de Jesús, juntos, recuperes la alegría de vivir, la espontaneidad, la inocencia, la confianza en la vida, en ti mismo, en los demás y en Dios, tu Señor.

Cuántas veces te has observado a ti mismo, a ti misma, cuando cometes algún error, repitiendo en silencio e incluso en ocasiones en voz alta: “Soy un estúpido, una tarada, un menso, todo lo hago tan mal” etc. Y si haces un poco de memoria, son las mismas palabras que te decían cuando eras apenas un niño, una niña.

En otras ocasiones, esos recuerdos inconscientes, el daño y el dolor almacenado durante toda una vida, se derraman en contra de las personas que nos rodean, incluso en contra de los propios padres, o hijos, familiares o hasta amigos. Y cuando menos pensamos, estamos cayendo en la misma situación, haciendo contra ellos, todas las agresiones que en ese ayer cometieron contra nosotros y que un día nos prometimos nunca volver a vivir.

Cuando te has encontrado gritando, golpeando, amenazando, como tantas veces lo hicieron contigo, en esos momentos es tu niño, tu niña interior quien grita, vocifera y repite todo lo que aprendió, todo lo que le hacían en esos momentos de dolor, y tras haber fotocopiado el pasado, de repente, regresas a la realidad experimentándote asustado/a, sorprendido/a, culpable, muy culpable. Entonces, el espectáculo que tienes ante tus ojos te asusta y te atormenta: lágrimas que bañan el rostro de ese ser tan amado, tal vez sangrando si fue golpeado; y todo esto, te llena de vergüenza, de dolor. En su mirada, adivinas la misma ira, la frustración y la confusión que aparecían en tus ojos cuando sufriste el impacto del golpe, el insulto y la ofensa que como un huracán, emergió en aquél entonces de la inconsciencia, en donde otro niño herido, lastimado, atrapado en un cuerpo de adulto que llevaba el título de padre, madre, maestro, hermano mayor o tutor, pues ¿sabes? somos víctimas, hijos de víctimas” es decir que a su vez, estos alguna vez, sufrieron lo mismo que tu pero nunca lo sanaron. Y tú, hoy, aquí y ahora, por el poder de Dios y tu libertad puesta en ello, escuchas este tema, para abrirte incondicionalmente al amor infinito y misericordioso del Señor, para que Él que si puede, sane tu inconsciente que aún sangra, que desea ser dulce pero que las heridas asfixian la necesidad de amar en lugar de odiar.