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Escuchar "Daniel Casal: “Si los sindicatos no servimos, que nos echen a la calle y construyan un modelo útil para la clase t"
Síntesis del Episodio
El secretario político del FSOC y secretario general de la Federación Sindical Canaria, Daniel Casal, explicó en Radio Faro el proceso de acercamiento entre la Federación Sindical Canaria e Intersindical Canaria, tras la reunión formal mantenida el 26 de noviembre. Contó que este encuentro es el resultado de semanas y meses de conversaciones discretas entre militantes de ambas organizaciones, con un objetivo claro: superar la dispersión y atomización del sindicalismo canario, que lleva más de 30 años debilitando la capacidad de respuesta de la clase trabajadora. En esa reunión, las delegaciones analizaron la situación social, económica y laboral del archipiélago, la confrontación entre capital y trabajo, y el riesgo de que, si no se construye un espacio de unidad, las futuras generaciones miren atrás reprochando que cada sindicato defendiera “su banderita” en su esquina en lugar de levantar un proyecto común.
Casal dibujó un diagnóstico muy duro de Canarias: PIB disparado pero salarios de miseria, alquileres imposibles, cesta de la compra disparada y entre 700.000 y 800.000 personas en situación o riesgo de pobreza, mientras en un año la riqueza generada ha pasado de unos 48.000 a 58.000 millones de euros. “Entre lo que generamos y lo que ganamos, alguien se queda con la pasta por el medio”, afirmó, señalando que unas 22.000 personas concentran el 42% del PIB. Vinculó esta desigualdad al uso del Régimen Económico y Fiscal (REF) como “lavadora de dinero” que beneficia a las élites empresariales pero no se traduce en mejores salarios, becas o servicios públicos. De ahí la apuesta por construir una “Mayoría Sindical Canaria” que supere el 15% de representación y permita estar en espacios clave como el Consejo Económico y Social, el Consejo Asesor del Presidente o otros órganos donde se toman decisiones y se puede “señalar con el dedo” a quienes se apropian de la riqueza generada por la clase trabajadora.
Sobre la convergencia sindical, aclaró que el proceso está en una fase “embrionaria y prudente”: hay que reconstruir confianza, cariño y lealtad tras años de caminar de espaldas, asumir diferencias de cultura política y evitar “grandes zancadas” que dejen a gente atrás. La federación se declara abierta a que otras organizaciones se sumen en el futuro, siempre que encajen en el marco sindical, ideológico y político de la Federación Sindical Canaria. Casal reconoció que el sistema se beneficia de sindicatos fragmentados, pero situó la mayor resistencia en las heridas internas acumuladas: “somos seres humanos, con rivalidades y miserias como cualquiera; lo primero es recomponer puentes entre nosotros”.
Otro eje central de la entrevista fue la defensa de un Marco Canario de Relaciones Laborales propio. Casal argumentó que un territorio archipielágico, alejado y frágil como Canarias no puede regirse por las mismas reglas laborales que la península, igual que la patronal ya logró un REF específico. “Si los empresarios tienen un régimen fiscal diferenciado, con más razón lo necesitan los trabajadores”, insistió, recordando que una reforma laboral diseñada para otro contexto golpea aquí “multiplicada por diez”. Propuso prácticamente “copiar y pegar” el prólogo del REF como justificación política de una ley laboral canaria que reconozca las particularidades del archipiélago en salarios, desplazamientos, protección social y condiciones de trabajo.
Mirando a 2026, adelantó que veremos comunicados conjuntos sobre pobreza, carga de trabajo y desigualdad, además de movilizaciones y actos compartidos entre la Federación Sindical Canaria e Intersindical Canaria, de forma que la unidad se vaya construyendo “de manera natural” ante los ojos de la militancia y de la ciudadanía. Para cerrar, lanzó un mensaje muy directo a la clase trabajadora canaria: pidió que se incorporen a estos procesos “con la frescura del tajo”, que no tengan miedo a echar a quienes ya no sirven y a renovar los liderazgos sindicales si es necesario. Recordó que los sindicatos no tienen “varitas mágicas” y que los derechos conquistados llegaron luchando, organizándose, haciendo huelgas, participando en asambleas y vigilando de cerca a los comités de empresa, no desde la pasividad. En clave navideña, llamó a no olvidar a las familias que dependen de bancos de alimentos y recogidas de juguetes, y a cada gesto solidario acompañarlo con una reflexión: “cada vez que entreguemos una bolsa de comida o un juguete, recordemos que alguien se está quedando con esos 58.000 millones de euros”.
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Casal dibujó un diagnóstico muy duro de Canarias: PIB disparado pero salarios de miseria, alquileres imposibles, cesta de la compra disparada y entre 700.000 y 800.000 personas en situación o riesgo de pobreza, mientras en un año la riqueza generada ha pasado de unos 48.000 a 58.000 millones de euros. “Entre lo que generamos y lo que ganamos, alguien se queda con la pasta por el medio”, afirmó, señalando que unas 22.000 personas concentran el 42% del PIB. Vinculó esta desigualdad al uso del Régimen Económico y Fiscal (REF) como “lavadora de dinero” que beneficia a las élites empresariales pero no se traduce en mejores salarios, becas o servicios públicos. De ahí la apuesta por construir una “Mayoría Sindical Canaria” que supere el 15% de representación y permita estar en espacios clave como el Consejo Económico y Social, el Consejo Asesor del Presidente o otros órganos donde se toman decisiones y se puede “señalar con el dedo” a quienes se apropian de la riqueza generada por la clase trabajadora.
Sobre la convergencia sindical, aclaró que el proceso está en una fase “embrionaria y prudente”: hay que reconstruir confianza, cariño y lealtad tras años de caminar de espaldas, asumir diferencias de cultura política y evitar “grandes zancadas” que dejen a gente atrás. La federación se declara abierta a que otras organizaciones se sumen en el futuro, siempre que encajen en el marco sindical, ideológico y político de la Federación Sindical Canaria. Casal reconoció que el sistema se beneficia de sindicatos fragmentados, pero situó la mayor resistencia en las heridas internas acumuladas: “somos seres humanos, con rivalidades y miserias como cualquiera; lo primero es recomponer puentes entre nosotros”.
Otro eje central de la entrevista fue la defensa de un Marco Canario de Relaciones Laborales propio. Casal argumentó que un territorio archipielágico, alejado y frágil como Canarias no puede regirse por las mismas reglas laborales que la península, igual que la patronal ya logró un REF específico. “Si los empresarios tienen un régimen fiscal diferenciado, con más razón lo necesitan los trabajadores”, insistió, recordando que una reforma laboral diseñada para otro contexto golpea aquí “multiplicada por diez”. Propuso prácticamente “copiar y pegar” el prólogo del REF como justificación política de una ley laboral canaria que reconozca las particularidades del archipiélago en salarios, desplazamientos, protección social y condiciones de trabajo.
Mirando a 2026, adelantó que veremos comunicados conjuntos sobre pobreza, carga de trabajo y desigualdad, además de movilizaciones y actos compartidos entre la Federación Sindical Canaria e Intersindical Canaria, de forma que la unidad se vaya construyendo “de manera natural” ante los ojos de la militancia y de la ciudadanía. Para cerrar, lanzó un mensaje muy directo a la clase trabajadora canaria: pidió que se incorporen a estos procesos “con la frescura del tajo”, que no tengan miedo a echar a quienes ya no sirven y a renovar los liderazgos sindicales si es necesario. Recordó que los sindicatos no tienen “varitas mágicas” y que los derechos conquistados llegaron luchando, organizándose, haciendo huelgas, participando en asambleas y vigilando de cerca a los comités de empresa, no desde la pasividad. En clave navideña, llamó a no olvidar a las familias que dependen de bancos de alimentos y recogidas de juguetes, y a cada gesto solidario acompañarlo con una reflexión: “cada vez que entreguemos una bolsa de comida o un juguete, recordemos que alguien se está quedando con esos 58.000 millones de euros”.
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