Verdad: Los textos de hoy parecen algo contradictorios con la ley
natural, porque sus propuestas desconciertan, porque van contra la
mentalidad del mundo. Pero no podía ser distinto al tratarse de la propuesta
divina de cómo vivir y comportarse en el mundo. El apóstol
Pablo, al dar su consejo, tiene bien claro que ante la precariedad de
la moral no conviene asumir ciertos compromisos, y no porque éstos
sean malos, sino porque todo se vuelve pasajero y fácil de desecharlo.
Mas el creyente en Cristo ha de comportarse, ante las diversas cosas
enumeradas por Pablo, como si no las disfrutara, es decir, no poniendo
en ella su corazón, no dejándose incautar por ellas, sabiendo que en
todo depende únicamente de la voluntad de Dios.
Según sea nuestro estilo de vida personal y comunitario nos hacemos
beneficiarios, bien de las bendiciones destinadas a los pobres y humildes
que serán en el cielo honrados y felices, o de las maldiciones
y lamentos en cuanto al mundo futuro de los “ricos, los satisfechos,
los que ríen y los elogiados”. Si queremos aspirar a los primeros, necesitamos
hacernos pobres de ambicionar cosas superfluas, salir de
nuestros egoísmos para acercarnos a los otros, reír con los que ríen y
llorar con los que lloran. Pues quien ama, difícilmente puede acumular
riquezas para sí mientras haya pobreza en el mundo.

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