Valencia y Sevilla firmaron un empate que refleja, casi al milímetro, el presente de ambos equipos en LaLiga. Dos entidades históricas, forzadas a convivir con la herencia de tiempos mejores y atrapadas en una realidad que exige mucho más de lo que hoy pueden ofrecer. El encuentro dejó la sensación de que ninguno estuvo en condiciones de imponer su identidad.

La igualdad reinó en Mestalla desde el inicio. Hubo nervios, exceso de contacto y una evidente falta de claridad en la construcción. El Sevilla aprovechó una jugada desafortunada para adelantarse con un autogol local que cambió por completo el guion, pero no la dinámica general del choque.

Valencia respondió empujado por su afición, más pendiente de expresar su descontento con la gestión que de disfrutar del juego. La grada, encendida por la situación institucional, acompañó a un equipo que nunca bajó los brazos, aunque sin un plan realmente definido para someter a los de Nervión.

El tramo final condensó toda la tensión acumulada. En un barullo dentro del área, ya en el descuento, el Valencia encontró el empate que hacía justicia a lo visto. Resultado lógico entre dos conjuntos que conviven con la obligación de reconstruirse cuanto antes. En el siguiente podcast, los periodistas Miguel Ángel Chazarri, Paco Cepeda y Lucas Haurie analizan el choque disputado en Mestalla ante más de 40 mil espectadores.

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