El alma es una conexión divina dada con toda justicia por Dios después de su expulsión por desobediencia del Jardín del Edén a Adán y Eva y su descendencia para que su naturaleza inferior quede sujeta a este yo espiritual y así pueda seguir unida y someterse al espíritu superior de nuestro Creador.
Este cuerpo espiritual divino, nuestra alma, tiene el código secreto para recibir la guía y protección de Dios -el Espíritu Santo- impreso en nuestros corazones, y podemos usarlo para ir más allá de las puertas del paraíso y entrar en el reino de nuestro Padre Celestial.
Satanás lo sabe y está consciente de que los auténticos seguidores de Cristo heredarán la presencia de Dios que él rechazó, y también el reino del cual él y sus ángeles caídos fueron expulsados, para nunca más entrar, por eso quiere arruinar los planes de Dios destruyendo nuestras almas.
Él ataca constantemente nuestra naturaleza inferior con todo tipo de tentaciones mundanas destinadas a robar nuestra energía y disminuir tanto nuestra inteligencia como nuestra percepción espiritual y motivación para obedecer la voluntad de Dios.
Su objetivo es cegar y debilitar nuestras almas para poder destruirlas.
No importa cuánto lo intenten Satanás y sus demonios humanos, no pueden vencer el poder ni disipar la luz y la protección que Jesucristo nos ofrece a través del Espíritu Santo.
La gracia santificante es luz y lo que finalmente necesitamos es la gracia divina, para superar estos peligros que amenazan nuestra alma.
Jesús es la luz del mundo y está lleno de gracia y verdad y siguiéndolo nunca caminaremos en la oscuridad porque nuestras almas descansarán en Su corazón.

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