"Y aconteció después de estas cosas, que se le dijo a Iosef: He aquí que tú padre está enfermo; y el tomó consigo a sus dos hijos, Menashé y Efrayim" (Bereshit 48:1)

Hasta Iaacov, no había enfermedad previa a la muerte. La persona estornudaba y su alma partía. Según la tradición, Iaacov oró pidiendo la enfermedad, para que la persona tuviera tiempo de preparar un testamento para sus herederos y despedirse de su familia antes de fallecer.
(Bavá Metzía 87a).

El legado más importante que uno puede dejarle a sus hijos y descendientes es el conocimiento de servicio a HaShem. Así cuando Iaacov estuvo en su lecho de muerte y llamó a sus hijos, todos aceptaron sus recomendaciones y recitaron: "¡Escucha Israel! Adonai nuestro Elohim es Uno"

Iaacov abinu quería dejar un testamento a sus hijos para que tengan irat shamayim y continúen en los caminos del Todopoderoso. Y aunque ellos eran bondadosos y temían al Elohim de Israel, sintió esa necesidad de la inspiración de Rúaj Hakodesh, con profecía para asegurar su fidelidad continúa al Elohim de Israel por siempre.

Menashé y Efrayim

Aunque los dos hijos de Iosef nacieron en Egipto, fueron tzadikim, tuvieron siempre instrucciones de Torá y mitzvot por parte de su padre Iosef. Sus nombres nos dicen mucho sobre lo que realmente Iosef tuvo que superar.

Menashé (מנשה) es "Elohim me hizo olvidar mis dificultades" (Nashani, נשני, mis dificultades). (Bereshit 41: 51). Iosef siempre tuvo presente en cada situación difícil, que no estaba solo sino que Hakadosh BarujHu estaba con él, y que lo ayudaba a olvidar sus circunstancias difíciles y viese con emunah sheleimá, con fé completa que estaría mucho mejor.

Efrayim (אפרים), su nombre es fructífero, y , fué llamado así porque Hakadosh BarujHu lo hizo fructificar, aún en la tierra de sus desavenencias.

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