Escuchar "Parashat: Trumá (5785). El servicio del Corazón."
Síntesis del Episodio
Shemot 25:1- 27:19
“El Eterno habló a Moshé, diciendo: "Habla a los hijos de Israel y que tomen
una porción separada para Mí; de todo varón cuyo corazón lo motive…”
Shemot 25: 1-2
Dar y tomar.
Son dos fuerzas antagónicas que se disputan el corazón de todo ser humano. Libran batalla durante toda nuestra existencia terrenal, y el ietzer hará o el mal instinto mantiene siempre una neta ventaja, sea en la argumentación
como en la inclinación, trabajando desde adentro, incluso con afirmaciones y libretos que suenan verdaderos, lógicos y hasta naturales. Todos tienen que ver con el espectro del egoísmo, y las necesidades humanas básicas de subsistencia o no tanto.
El Santuario interior.
Y en el último capítulo semanal del Jumash, leído en todas las sinagogas remata: “Harán un Santuario para Mi- y yo
residiré entre ellos”
Shemot 25-8.
También en estudios de investigación médica se reconoce que la sustancia de la felicidad “la dopamina”, se libera en mayores cantidades en ocasiones donde damos o nos brindamos a nuestro prójimo, en contrario cuando conseguimos hacernos de objetos o cosas materiales que anhelamos o necesitamos o nos hacen creer que las necesitamos.
Dar de corazón.
Cada uno según su posibilidad. Son las palabras claves para nosotros. HaShem conoce nuestras limitaciones, pero solo nos pide aquello que Él sabe que se encuentra a nuestro alcance poder hacer.
No cabe duda que el fabricante conoce a su creación mejor que nadie, y sus virtudes y puntos débiles. Estos últimos, son los que el Todopoderoso desea reforzar mediante el acto donativo, y la participación en tareas comunes.
El Mishkán o Santuario portátil y el Templo de Ierushaláim pueden destruirse, pero lo que se encuentra grabado a fuego en la letra y en el corazón resiste el tiempo y las adversidades y persiste tanto como la roca o mineral.
Este es el sentido y este es el camino.
El fundamento y la estructura.
Aplicando la frase: “si se destruye el fundamento, la estructura colapsará”. Y mas allá de quien sea su autor, en verdad,
el modelo de HaKadosh BarujHu apunta a que todo el fundamento es el Jesed (bondad) de Avraham el Patriarca. Ese es el fundamento(prototipo) del judaísmo y todos los preceptos son o serían los canales para poder arribar a emular al infinito, al hacer bondad con nuestros semejantes.
El pueblo de Israel es llamado a contribuir con quince materiales - oro, plata y cobre; lana teñida de color azul, púrpura y rojo; lino, pelo de cabra, pieles de animales, madera, aceite de oliva, especias y piedras preciosas – con los cuales, Elohim le dice a Moshe: ”Harán para Mí un santuario, y Yo voy a morar entre ellos”.
En la cima del Monte Sinaí, Moshe recibe las instrucciones detalladas sobre cómo construir esta morada para Elohim, de manera de que pueda ser fácilmente desmantelada, transportada y rearmada durante los diferentes viajes del pueblo por el desierto.
En el cuarto más interno del Santuario, tras una cortina bordada artísticamente, estaba el Arca conteniendo las Tablas del Testimonio grabadas con las Diez palabras; en la tapa del Arca había dos querubím (ángeles) tallados en oro puro. En el cuarto exterior se encontraba la Menorá de siete velas y la Mesa sobre la cual se acomodaba el “pan de rostros”.
Las tres paredes del Santuario estaban formadas por 48 planchas de madera paradas, cada una de las cuales estaba recubierta en oro y sostenida por un par de bloques de plata. El techo estaba formado por tres capas de coberturas: (a) tapetes de lana y lino multicolores; (b) una cobertura hecha de pelo de cabra; (c) una cobertura de pieles de carnero y tajash. En el frente del Santuario había una cortina bordada sostenida por cinco postes.
Una serie de cortinas de lino soportadas por 60 postes de madera con ganchos de plata rodeaban el Santuario y el Altar de cobre que se encontraba a su frente. Las cortinas estaban reforzadas por estacas de cobre.
“El Eterno habló a Moshé, diciendo: "Habla a los hijos de Israel y que tomen
una porción separada para Mí; de todo varón cuyo corazón lo motive…”
Shemot 25: 1-2
Dar y tomar.
Son dos fuerzas antagónicas que se disputan el corazón de todo ser humano. Libran batalla durante toda nuestra existencia terrenal, y el ietzer hará o el mal instinto mantiene siempre una neta ventaja, sea en la argumentación
como en la inclinación, trabajando desde adentro, incluso con afirmaciones y libretos que suenan verdaderos, lógicos y hasta naturales. Todos tienen que ver con el espectro del egoísmo, y las necesidades humanas básicas de subsistencia o no tanto.
El Santuario interior.
Y en el último capítulo semanal del Jumash, leído en todas las sinagogas remata: “Harán un Santuario para Mi- y yo
residiré entre ellos”
Shemot 25-8.
También en estudios de investigación médica se reconoce que la sustancia de la felicidad “la dopamina”, se libera en mayores cantidades en ocasiones donde damos o nos brindamos a nuestro prójimo, en contrario cuando conseguimos hacernos de objetos o cosas materiales que anhelamos o necesitamos o nos hacen creer que las necesitamos.
Dar de corazón.
Cada uno según su posibilidad. Son las palabras claves para nosotros. HaShem conoce nuestras limitaciones, pero solo nos pide aquello que Él sabe que se encuentra a nuestro alcance poder hacer.
No cabe duda que el fabricante conoce a su creación mejor que nadie, y sus virtudes y puntos débiles. Estos últimos, son los que el Todopoderoso desea reforzar mediante el acto donativo, y la participación en tareas comunes.
El Mishkán o Santuario portátil y el Templo de Ierushaláim pueden destruirse, pero lo que se encuentra grabado a fuego en la letra y en el corazón resiste el tiempo y las adversidades y persiste tanto como la roca o mineral.
Este es el sentido y este es el camino.
El fundamento y la estructura.
Aplicando la frase: “si se destruye el fundamento, la estructura colapsará”. Y mas allá de quien sea su autor, en verdad,
el modelo de HaKadosh BarujHu apunta a que todo el fundamento es el Jesed (bondad) de Avraham el Patriarca. Ese es el fundamento(prototipo) del judaísmo y todos los preceptos son o serían los canales para poder arribar a emular al infinito, al hacer bondad con nuestros semejantes.
El pueblo de Israel es llamado a contribuir con quince materiales - oro, plata y cobre; lana teñida de color azul, púrpura y rojo; lino, pelo de cabra, pieles de animales, madera, aceite de oliva, especias y piedras preciosas – con los cuales, Elohim le dice a Moshe: ”Harán para Mí un santuario, y Yo voy a morar entre ellos”.
En la cima del Monte Sinaí, Moshe recibe las instrucciones detalladas sobre cómo construir esta morada para Elohim, de manera de que pueda ser fácilmente desmantelada, transportada y rearmada durante los diferentes viajes del pueblo por el desierto.
En el cuarto más interno del Santuario, tras una cortina bordada artísticamente, estaba el Arca conteniendo las Tablas del Testimonio grabadas con las Diez palabras; en la tapa del Arca había dos querubím (ángeles) tallados en oro puro. En el cuarto exterior se encontraba la Menorá de siete velas y la Mesa sobre la cual se acomodaba el “pan de rostros”.
Las tres paredes del Santuario estaban formadas por 48 planchas de madera paradas, cada una de las cuales estaba recubierta en oro y sostenida por un par de bloques de plata. El techo estaba formado por tres capas de coberturas: (a) tapetes de lana y lino multicolores; (b) una cobertura hecha de pelo de cabra; (c) una cobertura de pieles de carnero y tajash. En el frente del Santuario había una cortina bordada sostenida por cinco postes.
Una serie de cortinas de lino soportadas por 60 postes de madera con ganchos de plata rodeaban el Santuario y el Altar de cobre que se encontraba a su frente. Las cortinas estaban reforzadas por estacas de cobre.
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