Vivimos en unos tiempos en los que, por el estilo de vida cada vez más sedentario que llevamos, los niveles de actividad física de las personas se han reducido notablemente. Esto también repercute en los costes sociosanitarios, ya que también se han incrementado la incidencia de patologías crónicas como la diabetes o la hipertensión. Por tanto, no hablamos de un problema individual, sino de un problema que afecta a toda nuestra sociedad.
Como estrategia para prevenir estas enfermedades, todas las organizaciones mencionan intervenciones sobre el estilo de vida, relacionadas normalmente con llevar una dieta saludable y controlar el peso. Pero, ¿es sólo la dieta lo que va a contribuir?

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