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A la vida, a Dios, o a quien quieras, no les pidas nada, sino agradece porque ya te ha sido otorgado.

Considero que todas las personas somos seres maravillosas, completas y geniales tal como somos.

Entonces, partir de la carencia de algo te hace seguir teniendo ese vacío, por lo tanto, pedir algo es una contradicción, ya que indica que en el momento actual no tienes plenitud y que necesitas eso para completarte.

Cuando agradeces se te da eso que buscas y se te otorga porque finalmente es lo que tu alma anhela, no porque le faltara algo sino porque es parte de su misión de vida.

Todo embona correctamente si sigues este simple proceso.

1. Piénsalo. Desear es inherente al ser humano, considero apropiado tener sueños y anhelos, sin embargo, pedir que se te cumpla el deseo enturbia todo el proceso, por que te estás desconectando de tu esencia de plenitud.

2. Siéntelo. Palpa esa emoción que tu alma anhela, la sensación de vivir esa experiencia.

3. Experiméntalo. Vívelo en tu corazón y agradece porque ya lo recibiste, porque es una parte de ti, aunque no lo tengas físicamente todavía, ya sabes que es parte de tu alma y por consiguiente vendrá.

4. Actúa en consecuencia. Para que todo lo anterior se materialice tienes que ser congruente con tu deseo inicial, por lo tanto, toma las decisiones necesarias que te lleven a lograr tu sueño.

Todo es como debe ser y todo se da en el momento correcto.

Sin embargo, eso no quiere decir que solo se da, ya que debe haber una intención y una acción que la desencadene para que todo ocurra.

Las cosas no se dan como mucha gente espera como por arte de magia, sin intervención, o pensar que solo se dan porque se tienen que dar, que el universo provea, que Dios diga, etc.

Y ¿sabes por qué? Porque el universo quiere lo que tú quieres, la vida anhela lo que tú anhelas, Dios te deja a ti la libertad de elección y de acción.

Tú decides si se dará y tus acciones determinan cuándo se dará. En otras palabras, tus elecciones deciden el momento correcto.

Cuando te enfocas en el deseo de tu alma se acelera el proceso, mientras que tus contradicciones lo alejan.

Las cosas no tardan o se aceleran en llegar por sí solas, sino que tus decisiones son las que aceleran o ralentizan el proceso.

Todo siempre ha dependido de ti y así seguirá siendo porque tu voluntad es la voluntad de Dios.

Por lo tanto, piénsalo, siéntelo, experiméntalo y actúa en consecuencia.

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