Escuchar "Miércoles, 26 de octubre de 2022"
Síntesis del Episodio
Lc 13,22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
-Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo:
-Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois». Entonces comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas». Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados».
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
LA PUERTA ESTRECHA
Ya la veo, ahí está. Por fin, la puerta que tanto andaba buscando. Y al otro lado estás tú. No puedo esperar más. Me lanzo. Corro hacia ella. Y me detengo. Espera, esta puerta es mucho más pequeña de lo que me imaginaba. Es estrecha. Diminuta.
No se si podré pasar.
Voy demasiado cargada.
Llevo todos los éxitos que he logrado... podría dejarlos, no los necesito. Bueno, mejor me quedo con dos, que me reconfortan. Mmm... que tal si dejo mi autosuficiencia, sí, eso es. Aunque espera, no me termino de fiar de lo que pueda haber al otro lado de esta puerta. Me lo quedo por si acaso. Y en cuanto a mis planes... nada, nada mejor me lo quedo también. Que nunca se sabe. Quizás no me convence lo que me voy a encontrar. Vale, y lo mismo con mis sueños, mis expectativas, mis deseos. No quiero desprenderme de ellos.
Además veo que para poder entrar necesito agacharme. De hecho, me tengo que poner hasta de rodillas para poder pasar. Pero no me quiero ensuciar. Uff, esto ya se me está haciendo cuesta arriba. Y todo lo que llevo encima me impide agacharme...
Veo otra puerta. Mucho más grande y amplia. Un momento, esta es mi puerta. Por aquí seguro que entro. Abro la puerta. Entro. Ha sido fácil y rápido. Sin embargo, miro a mi alrededor... no hay nada. Noto como un vacío que me invade por dentro. ¿Y Dios? ¿Donde está? No entiendo nada.
Corro hacia la puerta. Empezó a golpearla. Nadie responde. Golpeo cada vez con más fuerza y grito "¿Nadie me escucha?" Y una voz me responde "no te conozco"
¿Que no me conoces? Si soy yo, acuérdate.
Sin embargo, me vuelvo a mirar. Llevo tantas capas encima para ensanchar mi YO. No me reconozco.
¿Y si suelto todo? Eso es. Si me quito capa a capa. Cada cosa sin la cual siento que no puedo vivir. Mis bolsillos dejarían estar llenos de ruido. Mis aires de grandeza. Mi afán por acumular éxitos. Mis planes. Mis deseos. El vivir de las apariencias. Del que dirán. El vivir de cara al resto en vez de cara a Dios.
Eso es. ¿Y si suelto todo? Sería más fácil agacharse. Hacerse pequeño. Arrodillarse para poder entrar por esa puerta estrecha.
Y es que es así como tú te cuelas por la puerta estrecha de mi corazón. De la de cada uno. Te despojaste de tu rango. Tomaste condición de esclavo. Te hiciste tan pequeño ante nosotros. Te humillaste. Y de esa forma, conseguiste entrar por la puerta estrecha. No buscabas ser grandioso. Entrar triunfante. Sino desde lo escondido, desde el detalle. Supiste esperar. Pacientemente.
Siempre te ponía en último lugar y terminaste siendo el primero.
Te supiste colar en la puerta estrecha de mi corazón y yo también quiero entrar por la puerta estrecha del tuyo.
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
-Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo:
-Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois». Entonces comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas». Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados».
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
LA PUERTA ESTRECHA
Ya la veo, ahí está. Por fin, la puerta que tanto andaba buscando. Y al otro lado estás tú. No puedo esperar más. Me lanzo. Corro hacia ella. Y me detengo. Espera, esta puerta es mucho más pequeña de lo que me imaginaba. Es estrecha. Diminuta.
No se si podré pasar.
Voy demasiado cargada.
Llevo todos los éxitos que he logrado... podría dejarlos, no los necesito. Bueno, mejor me quedo con dos, que me reconfortan. Mmm... que tal si dejo mi autosuficiencia, sí, eso es. Aunque espera, no me termino de fiar de lo que pueda haber al otro lado de esta puerta. Me lo quedo por si acaso. Y en cuanto a mis planes... nada, nada mejor me lo quedo también. Que nunca se sabe. Quizás no me convence lo que me voy a encontrar. Vale, y lo mismo con mis sueños, mis expectativas, mis deseos. No quiero desprenderme de ellos.
Además veo que para poder entrar necesito agacharme. De hecho, me tengo que poner hasta de rodillas para poder pasar. Pero no me quiero ensuciar. Uff, esto ya se me está haciendo cuesta arriba. Y todo lo que llevo encima me impide agacharme...
Veo otra puerta. Mucho más grande y amplia. Un momento, esta es mi puerta. Por aquí seguro que entro. Abro la puerta. Entro. Ha sido fácil y rápido. Sin embargo, miro a mi alrededor... no hay nada. Noto como un vacío que me invade por dentro. ¿Y Dios? ¿Donde está? No entiendo nada.
Corro hacia la puerta. Empezó a golpearla. Nadie responde. Golpeo cada vez con más fuerza y grito "¿Nadie me escucha?" Y una voz me responde "no te conozco"
¿Que no me conoces? Si soy yo, acuérdate.
Sin embargo, me vuelvo a mirar. Llevo tantas capas encima para ensanchar mi YO. No me reconozco.
¿Y si suelto todo? Eso es. Si me quito capa a capa. Cada cosa sin la cual siento que no puedo vivir. Mis bolsillos dejarían estar llenos de ruido. Mis aires de grandeza. Mi afán por acumular éxitos. Mis planes. Mis deseos. El vivir de las apariencias. Del que dirán. El vivir de cara al resto en vez de cara a Dios.
Eso es. ¿Y si suelto todo? Sería más fácil agacharse. Hacerse pequeño. Arrodillarse para poder entrar por esa puerta estrecha.
Y es que es así como tú te cuelas por la puerta estrecha de mi corazón. De la de cada uno. Te despojaste de tu rango. Tomaste condición de esclavo. Te hiciste tan pequeño ante nosotros. Te humillaste. Y de esa forma, conseguiste entrar por la puerta estrecha. No buscabas ser grandioso. Entrar triunfante. Sino desde lo escondido, desde el detalle. Supiste esperar. Pacientemente.
Siempre te ponía en último lugar y terminaste siendo el primero.
Te supiste colar en la puerta estrecha de mi corazón y yo también quiero entrar por la puerta estrecha del tuyo.
Más episodios del podcast Voces en On | HAKUNA
Martes, 7 de agosto de 2024
09/08/2024
Lunes, 5 de agosto de 2024
09/08/2024
Domingo, 4 de agosto de 2024
04/08/2024
Sábado, 3 de agosto de 2024
03/08/2024
Viernes, 2 de agosto de 2024
02/08/2024
Jueves, 1 de agosto de 2024
01/08/2024
Miércoles, 31 de julio de 2024
31/07/2024
Martes, 30 de julio de 2024
31/07/2024
Lunes, 29 de julio de 2024
29/07/2024
Domingo, 28 de julio de 2024
29/07/2024