Escuchar "Lunes, 25 de octubre de 2021"
Síntesis del Episodio
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.
Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
-Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha.
Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente:
-Seis días tenéis para trabajar: venid esos días a que os curen, y no los sábados.
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo:
-Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado?
Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía .
Era sábado.
Eva toma la manzana. Adán come.
Padre, Hijo y Espíritu contemplan la escena conmocionados. No pueden evitar el desgarro del amor no correspondido.
Marido y mujer salen del jardín. De casa. De la vida.
Sus ojos siempre atentos a la voluntad de Dios miran ahora al frente.
Buscan algo a lo que aferrarse.
Sus ojos, cegados por el polvo de la tierra recuerdan lo que un día vivieron.
No pueden evitar agachar la mirada.
Jesús, ese desgarro de amor con el que cargas desde aquel día hoy se hace patente.
Una mujer encorvada te trae a la memoria aquel sábado en el que nuestros padres agacharon la mirada.
Ha llegado el momento.
La ves, la llamas, os miráis.
"Mujer, quedas libre de tu enfermedad"
Le impones las manos. La mujer es devuelta a su verdadera estatura, y en ella cada uno de nosotros.
No haces caso de las miradas de desaprobación. Dejas de lado los reproches.
Te entristece la mirada incompasible del jefe de la sinagoga.
Pero para esto has venido.
Es emocionante. No te conformas con menos. Nos quieres a tu lado.
Levantad la cabeza.
Dios se ha hecho hombre para que el hombre llegue a ser semejante a Él.
Este abrazo divino no entiende de sábados.
¿Voy a intentar yo también encerrarte a ti, Dios mío, en 6 días? O peor... ¿voy a intentar encerrarte en 1?
Que nunca se me olvide esto.
Nos quieres vivos. Vivos vivos. Nada de cabezas agachadas. Nada de conformarnos con poco.
Nada de sobrevivir encorvados sumidos en nuestros problemas.
El Señor nos ha levantado desde su cruz.
El Señor nos ha hecho un hueco a su lado tras la resurrección.
El cielo aguarda.
Grabémoslo a fuego.
Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
-Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha.
Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente:
-Seis días tenéis para trabajar: venid esos días a que os curen, y no los sábados.
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo:
-Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado?
Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía .
Era sábado.
Eva toma la manzana. Adán come.
Padre, Hijo y Espíritu contemplan la escena conmocionados. No pueden evitar el desgarro del amor no correspondido.
Marido y mujer salen del jardín. De casa. De la vida.
Sus ojos siempre atentos a la voluntad de Dios miran ahora al frente.
Buscan algo a lo que aferrarse.
Sus ojos, cegados por el polvo de la tierra recuerdan lo que un día vivieron.
No pueden evitar agachar la mirada.
Jesús, ese desgarro de amor con el que cargas desde aquel día hoy se hace patente.
Una mujer encorvada te trae a la memoria aquel sábado en el que nuestros padres agacharon la mirada.
Ha llegado el momento.
La ves, la llamas, os miráis.
"Mujer, quedas libre de tu enfermedad"
Le impones las manos. La mujer es devuelta a su verdadera estatura, y en ella cada uno de nosotros.
No haces caso de las miradas de desaprobación. Dejas de lado los reproches.
Te entristece la mirada incompasible del jefe de la sinagoga.
Pero para esto has venido.
Es emocionante. No te conformas con menos. Nos quieres a tu lado.
Levantad la cabeza.
Dios se ha hecho hombre para que el hombre llegue a ser semejante a Él.
Este abrazo divino no entiende de sábados.
¿Voy a intentar yo también encerrarte a ti, Dios mío, en 6 días? O peor... ¿voy a intentar encerrarte en 1?
Que nunca se me olvide esto.
Nos quieres vivos. Vivos vivos. Nada de cabezas agachadas. Nada de conformarnos con poco.
Nada de sobrevivir encorvados sumidos en nuestros problemas.
El Señor nos ha levantado desde su cruz.
El Señor nos ha hecho un hueco a su lado tras la resurrección.
El cielo aguarda.
Grabémoslo a fuego.
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