Los seres humanos somos sociables por naturaleza. Nos gusta compartir ideas opiniones... y a veces hasta discusiones.
Precisamente, en una cafetería, en la candente y estimulante atmósfera del café, tiene su origen “Un café… sin azúcar”.
Y es que, cuando estás ahí, se dan esas charlas que cuentan historias y si esas charlas se dan en el lugar y el momento adecuado y en compañía de un buen café pueden volverse íntimas y muy sinceras.
Y, personalmente considero que, una trova aporta más riqueza al momento intimista, profundo y sincero.
Acompañado de un café, nos permite compartir un momento íntimo, una oportunidad de conocer nuestra propia idiosincrasia a través de miradas y vivencias, mezcla de fantasías, divagaciones, comentarios y juicios, donde acumulas juicios y pensamientos espontáneos y necesariamente fragmentarios, con la necesidad irreprimible de expresarse como ser humano que ve, observa y opina sobre todo aquello que le rodea.
Y las canciones dicen tanto que nosotros quisiéramos decir... ...te amo y no sé qué pase después, pero si tú quieres estar a mi lado, bienvenida.
Y espero que seas feliz y te des cuenta de que, si es posible el amor verdadero, sin importar lo diferentes que somos y sin importar los que nos rodea, solo somos tú y yo, ¿estás de acuerdo? Yo también.

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