Todavía nos dura el cabreo después de una derrota indignante y vergonzosa, tanto como el 6-0 de Barcelona hace unas semanas. El Valencia hizo el ridículo ante el Oviedo. Al nivel del Johan Cruyff. Pero con una diferencia, a peor. Lo de anoche en Mestalla puede ser más dañino. Porque Gayà se equivocó con un desplante evitable a la grada. Y, sobre todo, porque Corberán no da con la tecla y ayer además se dedicó a señalar jugadores en sala de prensa tras la derrota. Que suele ser el principio del fin de un entrenador. Si hablamos de fútbol, el Valencia sigue sin jugar a nada y sin hacer 45 minutos potables. Y los jugadores sin ninguna personalidad ni amor propio para ganar por encima de pizarras. 1 de octubre y ya volvemos estar cansados de aguantarnos.

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