Juegos y fantasías.
Los adultos, tenemos un grave problema existencial. Nos tomamos la vida con excesiva seriedad y un estricto rigor (mortis).
Las personas mayores, se levantan todas las mañanas con la boca amarga y con el corazón envuelto en una tristeza infinita. Da miedo, verse reflejado en unos ojos consumidos por el derrotismo.
Los labios de los hombres, ya no conservan la frescura de la mañana y, en su alma, no queda una chispa de amor. Ni siquiera, retienen un poquito de fantasía, que les permita soñar  con duendes y hadas. Personas que se convirtieron en negacionistas de la magia y traidores al amor que mueve el universo.
Viven como si les hubiera estallado la bilis durmiendo. Caras que parecen haber bebido puro jugo de limón y extracto de naranjas agrias. Les han emponzoñado la existencia y, su rostro, es una fría lápida que no refleja ninguna emoción, ni sentimiento.
En nuestra vida, se muere la ilusión. Nos acostumbramos a vivir en un cementerio de almas en pena, sollozantes y deprimidas. Hemos renunciado al mundo alegre de los niños para adentrarnos en el valle sórdido y turbio de los adultos.
Para conseguir liberarme del conformismo, resignación y sumisión, que se extiende como una peligrosa pandemia entre los adultos. Acudo a mis recuerdos más tiernos para sumergirme de nuevo en un mundo de juegos y fantasías.

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