Escuchar "El infierno de los indiferentes"
Síntesis del Episodio
El infierno de Dante, me causó en la infancia, mucha angustia y miedo.
El infierno y purgatorio, son lugares horripilantes para el tierno corazón de un niño. La Divina Comedia, fue una de mis primeras lecturas. Y debo confesar que, el miedo no consiguió frenar mis ansias de acompañar a Dante y Virgilio por los temibles círculos del infierno. El poeta Virgilio, se convirtió en el guía y protector de Dante, en el lugar donde las pobres almas son atormentadas por sus pecados capitales. Un poeta, pudo abrir las puertas del infierno y adentrarse por sus oscuros pasillos, sin sufrir ningún castigo. Es la constatación, que la fuerza del amor y la luz que desprende la poesía, son más fuertes que el reino de las sombras. Pues bien, en esos sombríos pasajes, hay una frase que merece grabarse sobre mármol. Se refiere al infierno de las «almas indiferentes». En ella, Dante dirige sus dardos contra quienes, en momentos y situaciones en que fuere moralmente imperativo tomar partido, inexcusablemente se abstienen de hacerlo. Es decir, se trata de aquellas almas que, en vez de decidirse y proceder de acuerdo con sus convicciones y lo que se espera o exige de ellos en el momento, optan, más bien, por la vía fácil de la inacción, que en estos casos significa pusilanimidad o, más claro aún, cobardía. La cobardía lleva implícita una conducta activa, la traición: traición a los principios, traición a uno mismo, traición al otro, traición a la humanidad, etc. Dice Dante, sobre esto:
—Maestro, dime lo que estoy oyendo,
y quién es esa gente que gimiendo,
tan dominada del dolor parece.
Él respondió: —Tal mísera existencia
llevan aquellos que al vivir no hicieron
ni bien ni mal, pues todo lo que pusieron
a su comodidad y conveniencia.
Mezclada va esta burda descendencia,
con los ángeles que se mantuvieron
neutrales y que —infames— sólo dieron
a Dios, que les dio el ser, indiferencia.
Ricardo Flores Magón, sindicalista que guía mis pasos en este sombrío valle de traiciones, mentiras y corruptelas, también se posiciona en contra de los hombres indiferentes. Es categórico al manifestarlo: “Los sumisos, los mansos, los indiferentes, los sufridos, los resignados, son la masa, la muchedumbre que con su pasividad, su modorra y falta de carácter hace lento y doloroso el avance de las sociedades.”
Por supuesto, coincido con el destino que Dante, reserva a los indiferentes. De lo único que tengo certeza es que mi alma, nunca llegará al infierno de las almas indiferentes.
El infierno y purgatorio, son lugares horripilantes para el tierno corazón de un niño. La Divina Comedia, fue una de mis primeras lecturas. Y debo confesar que, el miedo no consiguió frenar mis ansias de acompañar a Dante y Virgilio por los temibles círculos del infierno. El poeta Virgilio, se convirtió en el guía y protector de Dante, en el lugar donde las pobres almas son atormentadas por sus pecados capitales. Un poeta, pudo abrir las puertas del infierno y adentrarse por sus oscuros pasillos, sin sufrir ningún castigo. Es la constatación, que la fuerza del amor y la luz que desprende la poesía, son más fuertes que el reino de las sombras. Pues bien, en esos sombríos pasajes, hay una frase que merece grabarse sobre mármol. Se refiere al infierno de las «almas indiferentes». En ella, Dante dirige sus dardos contra quienes, en momentos y situaciones en que fuere moralmente imperativo tomar partido, inexcusablemente se abstienen de hacerlo. Es decir, se trata de aquellas almas que, en vez de decidirse y proceder de acuerdo con sus convicciones y lo que se espera o exige de ellos en el momento, optan, más bien, por la vía fácil de la inacción, que en estos casos significa pusilanimidad o, más claro aún, cobardía. La cobardía lleva implícita una conducta activa, la traición: traición a los principios, traición a uno mismo, traición al otro, traición a la humanidad, etc. Dice Dante, sobre esto:
—Maestro, dime lo que estoy oyendo,
y quién es esa gente que gimiendo,
tan dominada del dolor parece.
Él respondió: —Tal mísera existencia
llevan aquellos que al vivir no hicieron
ni bien ni mal, pues todo lo que pusieron
a su comodidad y conveniencia.
Mezclada va esta burda descendencia,
con los ángeles que se mantuvieron
neutrales y que —infames— sólo dieron
a Dios, que les dio el ser, indiferencia.
Ricardo Flores Magón, sindicalista que guía mis pasos en este sombrío valle de traiciones, mentiras y corruptelas, también se posiciona en contra de los hombres indiferentes. Es categórico al manifestarlo: “Los sumisos, los mansos, los indiferentes, los sufridos, los resignados, son la masa, la muchedumbre que con su pasividad, su modorra y falta de carácter hace lento y doloroso el avance de las sociedades.”
Por supuesto, coincido con el destino que Dante, reserva a los indiferentes. De lo único que tengo certeza es que mi alma, nunca llegará al infierno de las almas indiferentes.
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