Acepté un trabajo como guardia forestal en una torre de vigilancia aislada, rodeada por un bosque inmenso. Al llegar, encontré una lista de reglas extrañas que debía seguir: no salir de la torre después del atardecer, ignorar cualquier paso en la escalera por la noche, y nunca responder a las voces que pedían ayuda por la radio, entre otras advertencias. Lo que parecía ser una broma pronto se convirtió en mi única salvación cuando descubrí que algo estaba acechando la torre. Era una criatura inteligente, malvada, capaz de hablar y manipular mis miedos. Rompí las reglas, y desde entonces supe que no sería capaz de escapar completamente de su sombra.

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