Durante el siglo XX la factoría Disney copó el mundo de la animación de varias generaciones de niños con historias clásicas, canciones y animación 2D. Fue a partir de mediados de los 90 cuando todo cambió, y lo hizo desde dentro, con Pixar haciendo trabajos para Disney como Toy Story, Monstruos o Buscando a Nemo. Esa exitosa colaboración se tradujo en un cambio en las historias de las películas de animación, la técnica y los valores. Gracias a la adquisición de Steve Jobs de la compañía en 1986 y al talento de gente como Lasseter la marca de Pixar tomó el testigo del cambio hasta el punto de ser finalmente comprada por el imperio Disney en 2008 por la nada desdeñable cantidad de 7400 millones de dólares.

A día de hoy Disney y Pixar caminan juntos aunque el sello de cada uno se ve impreso en cada proyecto.

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