Escuchar "DIOS SIEMPRE ESTÁ PENDIENTE"
Síntesis del Episodio
DIOS SIEMPRE ESTÁ PENDIENTE
Cuando las aflicciones llegan a nuestra vida una tras otra; la angustia, el dolor, el sufrimiento y la impotencia de no poder hacer algo para evitar toda esta situación adversa, invaden nuestro corazón. En este estado de desesperación, viene a nuestra mente que a Dios no le interesa para nada nuestras vidas, o que nos desprecia, y que por eso, no hace nada para liberarnos oportunamente de todas estas tragedias. No es que a Dios no le interesa la vida de sus hijos, o que los desprecia, por el contrario, a Él le interesa mucho más de lo que podamos pensar. Dios está pendiente de cada uno de sus hijos, y registra cada una de sus actividades minuciosamente en su libro. Esto justamente nos da a conocer el rey David en uno de sus salmos: “Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro.” Salmos 56:8 NTV.
A menudo en medio de las aflicciones que sobrevienen a nuestras vidas, tambaleamos en nuestra fe y confianza en Dios, pues sentimos que nos ha abandonado a nuestra suerte. Pero la realidad es que Él nunca nos abandona, ya que Dios siempre está junto a nosotros, aún en nuestra tristeza más profunda, para darnos un abrazo cálido y así reconfortarnos para que sigamos adelante. Aún cuando no lo sintamos, Dios cuenta nuestras vueltas inquietas que damos durante la noche, nuestro girar de un lado a otro quedan registrados en el libro de la vida de sus hijos. Así también conoce la cantidad de cabellos que hay en nuestra cabeza. De la misma manera, nuestro amoroso Padre celestial está consciente de todos nuestros peligros, problemas y sufrimientos, tanto que si derramamos nuestras lágrimas, Él las recoge y las guarda en Su frasco y lo registra.
Ante cualquier situación adversa que venga a nuestra vida, tengamos presente que no somos los primeros ni los últimos que atravesamos por esa situación, pues antes que nosotros, muchos siervos de Dios atravesaron por situaciones similares a las nuestras, y algunas, más graves de las que hayamos padecido o podamos padecer. Hombres como David, los profetas, Jesús, sus discípulos, y muchos creyentes de la iglesia primitiva, pasaron por dolor, angustia y sufrimiento, pero pese a eso, no perdieron la fe y confianza en Dios, pues tenían la certeza que al final de sus vidas en este mundo, llegarían a la presencia de Dios Padre, para morar eternamente con Él, libre de todo sufrimiento, angustia, tristeza y dolor. Por eso, cuando nos sintamos desalentados, tristes y frustrados por las situaciones adversas que se nos sobreviene, no perdamos la fe y confianza en Dios, ni tampoco pensemos que a Él no le interesa la situación que estemos viviendo, pues a Él le importa mucho más de lo que podamos pensar.
Cuando las aflicciones llegan a nuestra vida una tras otra; la angustia, el dolor, el sufrimiento y la impotencia de no poder hacer algo para evitar toda esta situación adversa, invaden nuestro corazón. En este estado de desesperación, viene a nuestra mente que a Dios no le interesa para nada nuestras vidas, o que nos desprecia, y que por eso, no hace nada para liberarnos oportunamente de todas estas tragedias. No es que a Dios no le interesa la vida de sus hijos, o que los desprecia, por el contrario, a Él le interesa mucho más de lo que podamos pensar. Dios está pendiente de cada uno de sus hijos, y registra cada una de sus actividades minuciosamente en su libro. Esto justamente nos da a conocer el rey David en uno de sus salmos: “Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro.” Salmos 56:8 NTV.
A menudo en medio de las aflicciones que sobrevienen a nuestras vidas, tambaleamos en nuestra fe y confianza en Dios, pues sentimos que nos ha abandonado a nuestra suerte. Pero la realidad es que Él nunca nos abandona, ya que Dios siempre está junto a nosotros, aún en nuestra tristeza más profunda, para darnos un abrazo cálido y así reconfortarnos para que sigamos adelante. Aún cuando no lo sintamos, Dios cuenta nuestras vueltas inquietas que damos durante la noche, nuestro girar de un lado a otro quedan registrados en el libro de la vida de sus hijos. Así también conoce la cantidad de cabellos que hay en nuestra cabeza. De la misma manera, nuestro amoroso Padre celestial está consciente de todos nuestros peligros, problemas y sufrimientos, tanto que si derramamos nuestras lágrimas, Él las recoge y las guarda en Su frasco y lo registra.
Ante cualquier situación adversa que venga a nuestra vida, tengamos presente que no somos los primeros ni los últimos que atravesamos por esa situación, pues antes que nosotros, muchos siervos de Dios atravesaron por situaciones similares a las nuestras, y algunas, más graves de las que hayamos padecido o podamos padecer. Hombres como David, los profetas, Jesús, sus discípulos, y muchos creyentes de la iglesia primitiva, pasaron por dolor, angustia y sufrimiento, pero pese a eso, no perdieron la fe y confianza en Dios, pues tenían la certeza que al final de sus vidas en este mundo, llegarían a la presencia de Dios Padre, para morar eternamente con Él, libre de todo sufrimiento, angustia, tristeza y dolor. Por eso, cuando nos sintamos desalentados, tristes y frustrados por las situaciones adversas que se nos sobreviene, no perdamos la fe y confianza en Dios, ni tampoco pensemos que a Él no le interesa la situación que estemos viviendo, pues a Él le importa mucho más de lo que podamos pensar.
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