Todas las emociones pueden hacernos llorar y está bien, es sano, ordena cosas y además segrega químicos en el cerebro que tienen efecto calmante para el cuerpo. 
Todo ventajas.

Suele pasarnos cuando una emoción es tan grande que desborda, no podemos sostenerla en el pecho y nos sale por los ojos, y eso es significativo, requiere observación, atención y cuidado.

Sin embargo, vivimos en una sociedad que nos empuja a ocultarlo, a hacerlo en soledad, a contenernos y al final, somos súper expertos en aguantarnos las ganas de llorar. 

Esto nos hace mucho mal, contrae músculos, seca garganta, aprieta el cuello y a la larga trae dolor físico, contracturas y fuertes dolores de cabeza.

Y es que llorar nos muestra vulnerables, saca a la luz nuestro lado sensible y muchos nos van a juzgar de débiles o inestables, entonces, mostrarnos así públicamente conlleva un riesgo. Pero bueno, asumir el riesgo nos puede ayudar a seleccionar personas.

Por todo esto hacemos una llamada a La Llorería, a conectar con el llanto sin miedo, sin vergüenza y hacerlo nuestro, un acto de sanación, autocuidado y sobre todo de rebeldía.
Podcast de ⁠⁠⁠Elba González ⁠⁠⁠y ⁠⁠⁠Marta Lumeras⁠⁠⁠.
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