Escuchar "Llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero"
Síntesis del Episodio
Este pasaje es usado generalmente por los Testigos de Jehová para atemorizar a los cristianos haciéndoles creer que convirtiéndose a su religión formarán parte de estos 144,000 "redimidos", ya que de lo contrario, o perecerán en el infierno, o no entrarán al cielo, quedándose a vivir en la tierra, la cual después de la hecatombe final, será transformada en un "paraíso".
Como ya habíamos dicho, el Apocalipsis es un libro simbólico que se vale de los números para comunicar con ellos su mensaje. El número 144,000 aparece 3 veces citado por san Juan (7, 4; 14, 1. 3) y es un número simbólico formado por la multiplicación de 12 x 12 x 1000. El primer número indica el pueblo del AT; el segundo, el pueblo del NT; y el número 1000 indica totalidad (cf. Sal 90, 4; 2Pe 3, 8). De manera que los salvados, es decir, quien canta el cántico del Cordero es el pueblo de Dios, tanto del NT como del AT.
Esta visión se refiere al pueblo de Dios en su totalidad, como se puede apreciar en Ap. 7, 9-10 en donde la MULTITUD INCONTABLE, alaba al Cordero. De todo esto, una cosa es cierta: Jesús, el Cordero de Dios, murió por nosotros y nos ha preparado un lugar en donde él está (cf. Jn 14, 2-3), sin embargo, ¿podríamos decir que nuestra vida es irreprochable, como nos lo propone la lectura de hoy?
Como ya habíamos dicho, el Apocalipsis es un libro simbólico que se vale de los números para comunicar con ellos su mensaje. El número 144,000 aparece 3 veces citado por san Juan (7, 4; 14, 1. 3) y es un número simbólico formado por la multiplicación de 12 x 12 x 1000. El primer número indica el pueblo del AT; el segundo, el pueblo del NT; y el número 1000 indica totalidad (cf. Sal 90, 4; 2Pe 3, 8). De manera que los salvados, es decir, quien canta el cántico del Cordero es el pueblo de Dios, tanto del NT como del AT.
Esta visión se refiere al pueblo de Dios en su totalidad, como se puede apreciar en Ap. 7, 9-10 en donde la MULTITUD INCONTABLE, alaba al Cordero. De todo esto, una cosa es cierta: Jesús, el Cordero de Dios, murió por nosotros y nos ha preparado un lugar en donde él está (cf. Jn 14, 2-3), sin embargo, ¿podríamos decir que nuestra vida es irreprochable, como nos lo propone la lectura de hoy?
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