El circuito del habla se caracteriza por tener a un emisor, un mensaje y un oyente; sin embargo, para que un mensaje pueda ser decodificado o entendido por el oyente, el mensaje tiene que utilizar el mismo código lingüístico (conjunto de signos convencionales que son comprendidos por ambos); por ejemplo, si Damián habla español, Arnés también tendría que hablar el mismo idioma, pero en muchas ocasiones no basta el mismo idioma, sino que también, tiene que existir un contexto semántico, donde los significados sean los mismo para ambos, porque a pesar de que hablen el mismo idioma, los dos pueden ser de diferentes países o regiones y lo que para uno, el significado, por ejemplo de churro, es una expresión de barbaridad o de casualidad, para otro es simplemente un antojo hecho de harina frito cubierto de azúcar; y para otros tantos, puede ser algo diferente. Entonces, para comunicarse efectivamente, se necesita comprender la relación que existe entre los vocablos o palabras y los objetos o ideas. Incluso la diferencia a veces también es sociocultural, depende mucho del lenguaje utilizado en cada uno de los contextos sociales y económicos. Pero ¿cómo libramos esa diferencia de significantes en las palabras?, ¿Cuál es el método para poder comprender mejor lo que escuchamos y lo que leemos?, sin que los significados sean un problema. Vamos a seguir revisándolo.

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