La intemperancia, la autocomplacencia, el hedonismo y el libertinaje sexual, promovidos abiertamente por un mundo que se opone a Dios, debilitan gravemente el intelecto humano y alejan a muchas de nuestras sociedades de Dios, sembrando duda, confusión y oscuridad en nuestra vida diaria.
Como resultado, muchos seres humanos vagan a la deriva, sumidos en la oscuridad, lejos de la única luz de nuestro mundo y de la única realidad que existe en esta tierra caída: las enseñanzas y el ejemplo de vida de Jesucristo, el Hijo de Dios.
Esta somnolencia espiritual ha sido creada y sigue siendo creada por Satanás y sus demonios humanos en todo el mundo para arrebatar el aliento espiritual a muchos incrédulos y poseer sus almas mediante el miedo, la manipulación, la intimidación y la dominación económica, política, social y religiosa.
La enfermedad, la depresión, la destrucción de la familia tradicional, las adicciones y la desesperanza se extienden entre la humanidad y separan al pueblo de Dios de su Creador.
Para levantarnos bajo el poder, la guía y la protección del Espíritu Santo, y vencer en esta guerra espiritual, cada persona debe pedirle a Jesús en su corazón que le devuelva la vista y le ayude a ver a través de esta oscuridad; y esto es posible, y la salvación se puede alcanzar si tenemos una fe sincera.
El apóstol Lucas nos recuerda que, como el ciego fiel sanado por Jesús durante su ministerio, si estamos dispuestos a ir al fondo de nuestro corazón y pedirle a nuestro Salvador: ‘Señor, por favor, déjame ver de nuevo’, Él nos dirá con amor: ‘Recibe la vista, tu fe te ha salvado’, y recuperaremos la vista y recibiremos su visión espiritual y el aliento de su Espíritu Santo.

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