La forma en la que te ves a ti mismo va a influenciar enormemente tu futuro. Si la visión que tienes de ti mismo está deformada por tu pasado, por el recuerdo de tu pecado,  esto afectará tu capacidad para estar en la plenitud de Dios para tu vida.
Por el contrario, cuando la mirada de Dios se convierte en la medida según la cual te “evalúas”, entonces te das cuenta de que eres todo lo que Él dice que eres. Entonces el pasado es reducido al silencio y la baja estima propia también. ¡Ya no hay más miedo, duda ni pensamientos mentirosos que se resistan ante el Dios que te ama!

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