Esa paz no se puede explicar, solo se puede experimentar.
Es la paz que te levanta cuando tu ánimo se ha caído, que te da claridad en medio de la confusión, y que te recuerda que no necesitas tener el control cuando estás en manos del que sí lo tiene de forma absoluta.
Esa es la paz que el mundo no entiende, pero que transforma completamente al que la vive.
Porque no se trata de que todo esté bien, sino de que tú estés bien por dentro, incluso cuando nada lo esté afuera.  Esa es la paz que solo Dios puede dar.
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