La exigencia está muy bien hasta que la aplicamos en exceso en nuestras vidas. El perfeccionismo exacerbado es la génesis de la ansiedad.La autoexigencia la aplicamos, en muchas ocasiones, en lo laboral, aunque cada vez más se aplica en términos académicos. Aunque la personalidad del sujeto es determinante y nos ponemos metas inalcanzables, seamos conscientes de que lo perfecto no existe, eso debe quedar claro.Perseguimos lo que no existe y llevamos una carga a nuestras espaldas que nos ocasionan situaciones emocionales difíciles de controlar.Los patrones paternos y maternos los llevamos en vena y cuando llegamos a adultos deberíamos darnos cuenta de esos posibles errores para no aplicarlos en nuestras vidas. Conocerse a uno mismo es determinante para no aplicar patrones que no son funcionales y nos perjudican más que nos benefician.La tolerancia a la frustración es muy necesaria para poder afrontar situaciones de estrés y de ansiedad, pero el nivel de tolerancia de las personas muy perfeccionistas suele ser muy bajo.

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