Dios y Yo 1 Corintios 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Dios habita en cada uno de nosotros, los que hemos creído en Cristo Jesús como nuestro Salvador. Cuando hablamos de que somos el templo de Dios en esta tierra, estamos diciendo que nuestro cuerpo es el recipiente que tiene el Espíritu Santo de Dios en esta tierra. Por ello, cuando hablamos de cuidar nuestro cuerpo, estamos diciendo que debemos cuidarlo, porque es el templo de Dios en esta tierra. Al hablar de nuestro cuerpo, nos referimos a este recipiente corpóreo que poseemos; dicho de otra forma, nuestro cuerpo físico es el templo que Dios utiliza para morada del Espíritu Santo. Si alguna vez usted se ha preguntado por qué no debemos dañar nuestro cuerpo físicamente, con vicios o con alguna sustancia que lo perjudique, es porque debemos cuidarlo a tal grado que no debemos dañarlo, porque es templo y morada del Espíritu Santo de Dios. Estimado lector o escucha, en esta oportunidad debemos sentirnos muy agradecidos con Dios por ocuparnos como recipiente para mostrarse en este mundo. Dios se muestra a través de nosotros porque Él mora en nosotros. Debemos darnos cuenta de dos cosas muy importantes en este texto. Primero, que no somos cualquier cosa: somos templo y morada de Dios en esta tierra. Lo segundo es que debemos manifestar quién gobierna nuestra vida. Las emociones que surjan de nuestro cuerpo, como morada de Dios, deben reflejar quién es el que habita en nosotros. Por lo tanto, cuidemos nuestro cuerpo, porque es templo y morada de Dios en esta tierra. Cuidémoslo no solamente espiritualmente, sino también físicamente. Tratemos de que nuestra estadía en esta tierra pueda ser de influencia para aquellos que aún no tienen como templo su cuerpo para Dios. Que pueda haber una conversión y reconocimiento de que todos fuimos creados para ser templo y morada de Dios en esta tierra. Procuremos caminar de tal manera que nuestra vida sea un reflejo de lo que hay dentro de nosotros. El apóstol Pablo se refería a la iglesia diciéndoles que debían tener cuidado, porque nosotros somos templo y morada de Dios en esta tierra, y les hacía enfáticamente este recordatorio: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Es necesario que nosotros no olvidemos este pertinente recordatorio. Que cada día de nuestra vida podamos tenerlo en mente, y que vivamos de tal manera que demostremos que realmente somos el templo de Dios en esta tierra. Que Dios les bendiga, amados hermanos. Pastores Marroquín

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