Dios Y Yo 1 Corintios 3:7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. No olvidemos que somos servidores de Dios, y a Dios debe dársele siempre toda la honra y toda la gloria. El apóstol Pablo, escribiendo acá a los hermanos de Corinto, les recuerda que nosotros únicamente somos siervos de Dios, recipientes que Dios utiliza para su honra y para su gloria; él es el que merece siempre toda la honra y toda la gloria. El pasaje hoy compartido con ustedes habla sobre quién es el que merece toda la gloria en nuestro servicio. Una discusión generó esta declaración: la gente decía que unos eran de Pablo, otros de Pedro, y otros de Apolos; por lo tanto, cada quien se estaba acreditando los frutos de los esfuerzos que habían hecho como siervos de Dios. Pablo les recuerda esto: que ninguno es propietario de la obra, que el dueño de la obra se llama Dios, y él es el que se encarga de que las cosas salgan bien. Nosotros únicamente nos colocamos al servicio de Dios. Pablo les recuerda: ni el que planta, ni el que riega, es algo, sino Dios que da el crecimiento. Estimado lector o escucha, cuando nosotros analizamos esta declaración que encontramos en la Palabra, debemos ser siempre conscientes de que cuanto más dedicamos nuestro servicio a Dios, y más le damos la honra y la gloria a él, mejores frutos obtendremos. Reconozcamos que únicamente colocamos nuestra vida al servicio de Dios, hacemos todo lo que está a nuestro alcance, con todo el interés posible, y todo lo que hacemos, lo hacemos como para el Señor. De allí en adelante, las cosas quedan en las manos de Dios; él se encargará de dar los resultados necesarios, y la honra y la gloria siempre serán para Dios. A veces nosotros servimos creyendo que lo que estamos haciendo tiene que ser aplaudido por los demás, o pensamos que todo lo que se logra es por nuestros propios esfuerzos. Realmente, lo único que hacemos nosotros es servir de todo corazón a nuestro Dios, y el que dará los resultados es él. Estimado lector o escucha, no sé cuántas veces usted en la vida ha creído que lo que ha logrado es por sus propios esfuerzos, o que también usted es muy inteligente y muy presto para hacer las cosas. Pero realmente, el que se encarga de que las cosas salgan bien siempre es Dios. Amados hermanos, si usted es una persona que está sirviendo al Señor, en la iglesia, en su trabajo, en su diario vivir, debe reconocer que todo lo que está haciendo lo hace para honrar y glorificar a Dios. Lo hará de la mejor manera, para que las cosas salgan bien, pero recordará que los frutos que se obtengan no son méritos suyos, sino por la gracia y voluntad de Dios. Estimado lector o escucha, déjeme decirle también que cualquier esfuerzo humano que nosotros hagamos, y no lo pongamos en las manos de Dios, será algo muy vano. Pero cuando nosotros colocamos en las manos de Dios lo que queremos lograr, Dios se encargará de que las cosas salgan bien, porque nos regiremos a hacer su voluntad, buscaremos hacer el bien y no el mal, y trataremos de que el nombre de Dios sea glorificado siempre. Pero no olvidemos que nosotros en esta tierra no somos los dueños de la obra; somos servidores de Dios, y el que se encarga de que las cosas salgan bien es Dios. Que Dios les bendiga, amados hermanos. Pastores Marroquín

Ver todos los episodios