Escuchar "Ser como niños"
Síntesis del Episodio
Dios y Yo S. Mateo 18:3-5 > Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. La infancia es reconocida en el ámbito humano como una de las etapas más bonitas de la vida. La Palabra de Dios, en el pasaje de Mateo, nos habla precisamente de esta etapa y la presenta desde tres enfoques diferentes. En primer lugar, la infancia se menciona como un requisito indispensable para poder ser parte del Reino de los Cielos: > “Si no os volvéis como uno de ellos, no entraréis al Reino de los Cielos.” Esto muestra cuánta importancia tiene observar cómo se comportan los niños. La Biblia nos dice que si no actuamos como ellos, no podremos entrar en el Reino. Es fundamental que valoremos la actitud de los niños, ya que muchos aspectos de su carácter pueden ser una enseñanza para nosotros, los adultos. Esa inocencia, esa humildad y esa forma fácil de creer son rasgos que deberíamos recuperar y practicar. Podríamos mencionar muchas cualidades que caracterizan a un niño, pero quizá la principal sea su inocencia: su manera de tratar a los demás y, sobre todo, su capacidad de creer con facilidad. Esto es lo que necesitamos para ser parte del Reino de Dios. El pasaje bíblico también resalta la humildad, otro aspecto clave. Jesús pone las manos sobre los niños para bendecirlos y enseña que si no nos humillamos como ellos, tampoco entraremos en el Reino. Un niño se distingue por su actitud ante las confrontaciones personales: No guarda rencor. No se venga de quienes le hacen daño. Casi siempre olvida lo que le hicieron. Vuelve a jugar con quienes lo lastimaron como si nada hubiera pasado. Esa capacidad de perdón y olvido es algo que los adultos hemos perdido muchas veces. Una de las áreas más difíciles para nosotros, como humanos, es cuando se toca nuestro orgullo. A nadie le gusta humillarse ante otros, pero la Palabra nos recuerda que si no nos humillamos como un niño delante de Dios, tampoco podremos formar parte de Su Reino. Finalmente, Jesús nos enseña cómo debe ser nuestra conducta hacia los niños. Muchas veces los menospreciamos, voluntaria o involuntariamente. Sin embargo, recibir a un niño en el nombre del Señor es una forma de demostrar que Dios habita en nuestro corazón: > “Cualquiera que reciba a uno de estos pequeños, a mí me recibe.” --- Reflexión final ¿Te das cuenta de la importancia de ser como niños? En algún momento tendremos que reflexionar sobre nuestra conducta. La Palabra hoy nos recuerda que, si queremos ser parte del Reino de los Cielos, debemos volvernos como niños. Que Dios les bendiga, amados hermanos. Pastores Marroquín
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