Jesús, el sacrificio perfecto

12/03/2025 3 min Temporada 3 Episodio 10
Jesús, el sacrificio perfecto

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Síntesis del Episodio

Dios y Yo S. Juan 1:29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Nuestros pecados ameritaban la muerte, por lo que era necesario un sacrificio. Jesús, el Cordero de Dios, fue el sacrificio perfecto por nuestros pecados. ¡Qué maravilloso es saber que hubo alguien que cumplió todos los requisitos para ser ese sacrificio perfecto! La Palabra de Dios nos recuerda que nuestros pecados nos llevaron a la condenación eterna, y para cambiar esta situación era necesario un sacrificio perfecto. En la antigüedad se ofrecía un cordero por los pecados del pueblo, pero esto debía hacerse a diario. El cordero tenía que ser sin mancha, puro y perfecto. Sin embargo, este sacrificio era temporal; su efecto solo duraba un tiempo. Pero cuando Juan ve venir a Jesús, hace una exclamación maravillosa. Más que una exclamación, fue un grito de victoria: "He aquí el Cordero de Dios". El sacrificio perfecto se había logrado en Cristo Jesús. Él fue ofrecido por nosotros y cargó sobre sus hombros todo el peso de nuestros pecados. Por eso, cuando Jesús fue clavado en la cruz y dio su último suspiro, exclamó estas palabras: "Consumado es". La cuenta estaba pagada. Él sufrió los padecimientos que usted y yo merecíamos. Clavado en la cruz del Calvario, el Cordero de Dios se presentó para salvarnos. Querido lector, debe comprender que ya no tiene que morir a causa del pecado, porque alguien ya sufrió el castigo que nos correspondía. Lo único que debemos hacer es poner nuestra confianza en Jesucristo, aceptarlo como nuestro Salvador, y su sacrificio en la cruz del Calvario será contado a nuestro favor. En lugar de muerte, recibiremos vida. Hoy usted puede recibir en su corazón a ese Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que quita su pecado y el mío. De lo contrario, tendremos que padecer la consecuencia destinada para el pecado. La Palabra dice: "La paga del pecado es muerte, pero el regalo que Dios nos da es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro". Ahora usted decide: o paga la deuda del pecado con su propia vida, muriendo por la eternidad, o entrega su vida a Jesucristo, el Cordero de Dios, que fue ofrecido en sacrificio por usted y por mí. La deuda está pagada porque Jesús es el sacrificio perfecto. Que Dios les bendiga, amados hermanos. Pastores Marroquín