Dios Y Yo Apocalipsis 7:9-10 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en las manos. Y clamaban a gran voz, diciendo: "La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero". Una reunión celestial con una adoración universal. Esto es lo que podemos observar en este hermoso pasaje que la Palabra nos presenta hoy. El apóstol Juan vio algo maravilloso en su visión: una multitud incontable, de toda lengua, tribu y nación, adorando al único Dios verdadero. ¡Qué imponente adoración! ¡Qué maravillosa y sublime adoración! Este pasaje nos desafía a quienes aún estamos en la tierra. Primero, nos recuerda la importancia de llevar el mensaje de salvación a todas las naciones, porque la salvación es para todos. No podemos quedarnos de brazos cruzados cuando aún hay tantas personas que no han conocido al Cordero, quien puede salvarles. Lo segundo es la adoración majestuosa que proclama y exalta al único Dios verdadero. Es maravilloso reconocer y adorar a nuestro Salvador. En este pasaje encontramos una gran verdad teológica: la adoración es dirigida al Padre y al Hijo. La multitud proclama con convicción: "La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero". Esta afirmación nos deja claro que Jesús es Dios. Estimado lector o escucha, no sé cuánto impacto pueda tener este devocional en su corazón. Pero hay algo que debe quedarle muy claro: la adoración universal que describe este pasaje aún no ha ocurrido. Eso significa que un día este evento se llevará a cabo. La gran pregunta que debemos hacernos es: ¿formaremos parte de esa multitud que adorará, alabará y exaltará al Dios verdadero? La respuesta depende de cada uno de nosotros. La salvación está disponible también para usted, que aún no ha recibido a Jesucristo, el Cordero, como su Salvador. Y para quienes ya lo hemos recibido en nuestro corazón, este pasaje nos anima a perseverar, para que un día podamos unirnos a ese coro de adoración universal y glorificar a nuestro Dios eternamente. ¡Que Dios les bendiga, amados hermanos! Pastores Marroquín

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