La pantalla grande como vidriera y el cine como maniquí. La otredad, la diferencia y las voces discordantes hacen que Javier Diment tenga todas las figuritas para llenar su álbum más codiciado: escribir una historia y contarla. Los 35mm se visten de gala para una película de terror y salen de la trinchera para un documental político. Desde "El Eslabón Podrido" hasta "La Feliz" el recorrido marca el pulso de un director que no sólo se jacta de ser "miedoso" sino que además lucha contra eso.

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