“¿El sol puede tostar a través de un vidrio?” fue la pregunta que me toco responder jugando
carrera de mente, miré a mis amigas, cerré los ojos y automáticamente ya no estaba en el
departamento de Julia. De repente tenía 7 años y estaba sentada en el piso de la panadería de mis
abuelos, bien pegada a la vidriera que dejaba entrar cada rayo de sol mientras el pueblo dormía la
siesta. En mi mano derecha un alfajor de maicena desarmándose, llenando todo de migas y en el resto
de mi cuerpo el calor del verano que para mí es color amarillo, como las cerámicas de la panadería y
todos los muebles a mi alrededor.
Cerré los ojos otra vez, esperando volver al departamento con las chicas, pero esta vez no tuvo efecto.
Pensé por un segundo que no podría volver nunca más y, acto seguido, me dirigí a la vitrina a buscar
otro alfajor.
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Hila Bazzetti x Cuervo de Tinta 

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