A CABALLO EN LA ESPUMA IV

01/08/2024 4 min
A CABALLO EN LA ESPUMA IV

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Síntesis del Episodio

A CABALLO EN LA ESPUMA IV

Silenciosa la hiedra se adhiere a las paredes,
trata de remontar los alfileres grises
que despuntan los techos, tejados, donde descansa el cielo,
siéndole el recipiente de lágrimas furtivas, de apoyo, de reclino,
donde van sus rodillas son turbantes de fuego que forman tempestades.

El temor al estruendo se lleva las sirenas, se ausentan los delfines, se pierden las ballenas en la masa de agua si el fondo da su amparo, hace olas oscuras, negras como azabache, no refleja lo azul por miedo a reflejarse en la sombra que da la luna en la arena.

Revolotean gaviotas al son de las mareas, se platean sus plumas al morir de la tarde, y yo, sentado frente a tanta inmensidad esperando que todo se torne de repente en espejo de plata como la voz de siempre, como el calor de casa.

La mar es la culpable de todo lo que pasa, ¡De haber nacido viento no estaría sentado a la orilla del agua deseando la ola que me lleve y me traiga balancín a su seno!, balancín a su entraña, deseando sentir transparencias de auroras.

Se forman las vasijas de rumores de estrellas, los corales son remos que se forjan al tiempo que nacen de la sangre de cayucos del fondo, prisiones de momento, de riscos, de silencios.

Hay vida en las fronteras entre el mar y la tierra, un mundo sumergido en la noche y el grito de millones de esposas y miles de maridos con costras, con escamas, que miran de reojo, que alegran los adentros y que saltan debajo cuando hay tempestades.

Juegan a hallar la vida entre las cavidades, entre cabellos blancos, entre el sudor y el llanto de la existencia frágil que la sal les regala.

Los amigos están, acompañan cavernas, unos forman el fondo, otros están dormidos entre cascos de almejas, en los barcos hundidos, unos van de viaje, sin adiós y sin vuelta, ventarrones los han enternecido y se quedan muy lejos para no volver nunca, para matar al tiempo.

Atajos de llanuras lo alejan de los gestos, los llevan al regazo de las playas doradas para ser más de tierra, para no ser más agua.

Chema Muñoz©