Esto no tiene por qué ser así, pues no tenemos porque seguir sintiéndonos separados e incomunicados de nuestro Creador. En el preciso instante en que creímos separarnos, se nos dio Su Voz para que nos acompañase y nos guiase continuamente. Su Voz nos dice que está todo bien, que hay un perfecto plan para nuestro regreso a la conciencia de Unidad. Tan solo tengo que querer no interferir, sustituyéndolo por el mío, el del ego, el de la individualidad.

Si no escuchamos Su Voz es porque hemos elegido escuchar a la del ego, y eso se muestra en nuestro comportamiento ante los demás, el mundo y nosotros mismos. Pero como todo es una cuestión de voluntad, siempre podemos elegir de nuevo, elegir ver correctamente, ver cómo lo hace el Espíritu Santo, ver la faz de Cristo en todo lo que nos rodea.

Cuando nuestra decisión es en favor de la Unidad, nos mantendremos alerta en favor del Dios y permitiremos que afloren en nuestra mente solo Aquellos pensamientos que sean dignos de Su Amor. Esto repercutirá también en nuestro comportamiento, pues de un pensamiento amoroso, surge una palabra amable y un gesto acogedor.

Una clave importantísima es la que nos da Jesús aquí a la hora de cambiar nuestra manera de vivir en este mundo y es: Dios pensaría esto así? Qué pensaría Dios aquí? Qué haría o dejaría de hacer Él?

Hemos sido creados a Su semejanza y por lo tanto tenemos Sus características y Su poder, por lo que podemos elegir pensar como Él y nada más, pues ya sabemos que nuestra mente está realmente en blanco cuando pensamos pensamientos del ego, pensamientos de separación.

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