Cuántas veces hemos mirado en el retrovisor y dicho:
“Si a mí no me hubiese sucedido tal cosa, yo estaría tranquilo y no habría perdido la paz”.
Sin embargo, creer que en nuestra vida no hay o no debería haber luchas sería una ingenuidad.
Todas las personas cuando nos encontramos nos hacemos la siguiente pregunta:
¿Cómo estás? Y casi por definición respondemos un automático y neutro “bien” sea cual sea la situación que estamos viviendo.
Los conflictos son parte de la vida, una persona en el trabajo que se pone en contra tuyo, un gasto inesperado, discusión con algún familiar, en fin miles de situaciones que atentan con nuestra paz interior.

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