Este siervo suyo quedó ante mi padre como responsable del joven. Le dije: “Si no te lo devuelvo, padre mío, seré culpable ante ti toda mi vida.” Por eso, permita usted que yo me quede como esclavo suyo en lugar de mi hermano menor, y que él regrese con sus hermanos. —Génesis 44: 32-33 Hoy iniciamos el semestre final de este año y no está demás hacer un alto para meditar en lo que hasta hemos recorrido. La autoevaluación abre la posibilidad de examinar nuestro proceder para poder detectar pronto aquello en que hemos fallado y así darnos la oportunidad de enmendarlo a tiempo. El hecho de que muchas malas consecuencias pueden ser prevenidas y evitadas o por lo menos corregidas se refleja en el refrán que dice: «Todo tiene solución, menos la muerte». Los hermanos de José, hijo favorito de Jacob, movidos por la envidia tramaron deshacerse del único hijo de la esposa amada de su padre. Rubén, se opuso a la idea de matarlo y Judá evitó que José sea asesinado por sus hermanos proponiendo que sea vendido como esclavo a unos mercaderes que estaban de viaje. Años más tarde José llegó a ser la segunda autoridad más importante de Egipto y sus hermanos se postraron delante de él cuando fueron a buscar alimentos debido a la hambruna que azotaba toda aquella región. En tal circunstancia se presentó la oportunidad para los hijos de Jacob de enmendar el pecado que habían cometido contra José y lo hicieron protegiendo a Benjamín el menor de ellos. José al ver el fruto de arrepentimiento evidenciado por sus hermanos se reconcilia inmediatamente con ellos y los perdona. Ni José, ni sus hermanos dejaron pasar la oportunidad de obrar bien con corazón agradecido al Señor pues entendían que la gracia de Dios se había mostrado a ellos (Génesis 45:5 cf. 47:25; Hebreos 11:20,21). A nosotros también se ha mostrado la gracia de Dios pues él nos ha dado nuestra vida actual como un tiempo de gracia que sirva para que tengamos la oportunidad de conocer la sustitución que Cristo obró a favor nuestro, tanto al obedecer perfectamente los diez mandamientos en lugar de nosotros, como al padecer, en la cruz, toda la ira de Dios por causa de nuestros pecados. En gratitud vamos a querer apreciar esta oportunidad viviendo en arrepentimiento diario de manera que no falte en nuestra vida el fruto de arrepentimiento. Oración: Señor, imperfecto como soy solo merezco tu ira. Gracias a los méritos de tu Hijo Jesucristo he sido perdonado y limpiado. En gratitud quiero vivir mi vida consagrada a ti llevando fruto de arrepentimiento. Concédeme lograrlo. Amén.

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