En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

Permanecer

¿Qué significa permanecer en ti, Jesús? ¿Que vaya mucho a Misa? ¿Que rece todo el día? ¿Que no pare de hablar de ti? Creo que no va por ahí. Pero no sé por dónde va.

Permanecer en ti. ¿Qué quieres decir? ¿Con qué quieres que me quede? ¿Cómo se hace? ¿Qué hago?

Y tus palabras permanecen en nosotros… ¿Eso qué es? ¿Memorizar todo lo que has dicho? ¿Repetir tus frases? ¿Utilizar tus ejemplos?
¿A qué te refieres?

Palabras, palabras, muchas palabras que lo ensucian todo. Tú eres la única Palabra. Tú eres la Palabra del Padre. Cuando el Padre habla apareces Tú. No porque te haya llamado. Sino porque Tú eres su Palabra. El Padre dice: Jesús. Y al decir Jesús lo dice todo.

Muy bien, pero ¿ahora qué?

La Palabra en mí. Yo en Cristo. Tú en mí. ¿Qué significa todo eso? ¿En qué se traduce? Porque yo ahora termino estos cinco minutos de reflexión y me pongo a currar. O a descansar. O me voy de birras con unos colegas. Pero Tú aquí te quedas, en unas palabras vacías que no llegan. ¿Dónde estás el resto del día? ¿Cuál es esa permanencia? ¿Eres una parte de mi vida? ¿O eres el origen? ¿El fin, la meta, el camino?

¿Eres algo o lo eres todo?

¿Quién eres cuando no pienso en ti?
¿Dónde estás cuando hago otras cosas?

¿Qué permanece? ¿Quién queda?
Dime algo, por favor.
O no, no digas nada. No quiero palabras. Te quiero a Ti.

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