Sábado, 5 de marzo de 2022

05/03/2022 6 min
Sábado, 5 de marzo de 2022

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Síntesis del Episodio

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo «Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: « ¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les respondió:«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Hola Jesús,
¡Vaya banquete! He sacado todo lo que tenía guardado en la despensa de mi casa. ¡Mi mejor vino! He mandando incluso a traer marisco, es Pedro quién lo ha pescado esta mañana.
¡Estoy tan feliz Jesús! Por fin ha llegado el día en el que has venido a buscarme. A mí, publicano y pecador. ¡Qué honor resulta estar entre los tuyos!

Entre tanta gente te busco, quiero decírtelo, darte las gracias. Te encuentro, me acerco a ti y te abrazo; Pero no pasa desapercibida tu mirada. Tú también pareces contento, pero hay algo. Algo que me estoy perdiendo. Lo veo en tu mirada:

No era esto lo que tú querías, no era marisco ni vino. Ni música, ni bailes.
Tú querías algo mucho más sencillo. A mi yo, un yo mucho más sencillo. Me quieres a mi, sin vestimentas extravagantes ni alegrías forzadas.
No quieres al Leví perfecto. Quieres a Leví pecador, el publicano: El de verdad.
Tú no quieres mi casa, ni mis regalos; tan solo a mi.
Quieres que me levante cada mañana pensando en ti, y que me acueste pensando en ti. Quieres que te ame, que te abra mi corazón, que lo estruje entre tus brazos. Incluso hasta cuando sangre, que lo haga. Hasta que no quede nada en mi.
Quieres que te de mi egoísmo, mi alma afligida. Cada día, cada minuto de mi día. Mis alegrías y mis lágrimas.
Quieres que me acuerde d me ti cuando algo duele, pero que lo haga también cuando algo me haga reir.

Claro, ¡Ahora lo entiendo Jesús! Tú no quieres a un Leví perfecto, fuerte y contento ¿Sino porque habrías elegido a un pescador? Tú quieres al Levi que soy. A mi yo, en sí mismo. Entero, sin túnicas de colores. Quieres mi miseria , quieres mi obscuridad. Quieres mi dolor. Para convertirme en luz, en amor.
Quizás por eso te encerraste en una caja de metal; Para que pudiese guardarte en mi corazón.
Gracias, por haber elegido a un pecador.