Sábado, 5 de junio de 2021

05/06/2021 4 min
Sábado, 5 de junio de 2021

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Síntesis del Episodio

Mc 12, 38-44
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Dame un corazón generoso

Hola...
Jesús, me hace gracia que nos adviertas así: "¡Cuidado con los escribas!". Nos aseguras que quienes se dejen llevar por la vida de escriba recibirán una condenación rigurosa. Pero, ¿quién es el escriba, Jesús? ¿Quién? El que le gusta que lo adulen, el que hace notar su presencia, el que se pone en todo proyecto el primero para que lo admiren, el que farda de estar en más fiestas, el que se aprovecha de todo y que, además, cuenta lo bueno que es él, cuenta todo lo que reza, cómo es de piadoso y un largo etcétera. Jesús, qué pena... ¡Cuántas veces somos tan escribas! Nos dejamos comer, Jesús, por el ruido del mundo, por aparentar, por querer ser el mejor en todo y que el mundo lo sepa. Y entre tanto ruido, nos perdemos la música más bella, Jesús: el silencio, la oración humilde y pobre.
Hace algunos días la Virgen cantaba en el Magnificat que Tú, el único Dios vivo y verdadero, derribas del trono a los poderosos y enalteces a los humildes. Y hoy en este evangelio se cumple esta oración derribas a los escribas y enalteces la oración y donación generosa de una viuda pobre: que ha echado todo lo que tenía para vivir. Se ofrece a Ti, Jesús mío, por entero. No aparenta, no busca la gloria del mundo, sino que a ti se presenta como es, humilde y pobre, y regala al Templo dos monedillas, para ella, todo.
Jesús amado, hoy quiero pedirte la gracia de ser en la oración como esta mujer que tanto te agrada. Soy como soy, Jesús; tengo lo que tengo; y, si quieres, todo es Tuyo. Sé que mi necesidad, cual sea que Tú sepas que necesite, la cubrirás, porque me miras y cuidas siempre desde lo Alto. Tan solo dame un corazón generoso, Jesús, que sepa amar. ¡Muchas gracias!