Jn 15, 18-21 • No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: "No es el siervo más que su amo". Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

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No entiendo lo que oigo.
No comprendo cómo el resto no se escandalizan.

"Si el mundo os odia".
De priemeras no me encanta la frase que escucho.

No quiero odio, ni rechazo. Me dijiste que estoy hecha para ser amada, ¿por qué llegaría odio a mi?

Tus palabras me remueven, en lo profundo. Quieren arrancar algo de mi que no he aprendido a soltar.

“Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya".

Da la sensación de que uno querría ser del mundo, para que el mundo lo ame.
Pero no se trata de querer por comodidad.
No busco lo fácil.
Si buscase lo fácil no te iría siguiendo.
Busco la vida.
La vida que solo puedes darme Tú.
Y sigues diciendo: "pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido".

Dios me ha escogido.
Y Dios, que es amor, me ha amado.
¿Vale más el amor del mundo que el de Dios?
¿Podría el mundo amar tanto?
Tan real.
Tan radical.
Tan del cielo... no, no podría.

Yo he elegido Quién quiero que me ame.
En qué amor quiero vivir.

"Os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia".

Yo te elegido, pero Tú me has elegido antes.
¡Qué dicha, pura vida!

Y el signo me acompaña.
Que mi vida incomode a los muertos es buena señal.

Que el mundo me lo ponga difícil es saber que ando por tus caminos.

Que el odio me pese es que aún no te miro lo suficiente, que pierdo el foco, que me atrapan los neones cuando yo busco la luz.

La luz de tu sol, la única que da vida.

Amada por Ti.
Odiada por otros.
Y amando a los que nos odian.

El círculo se cierra y me pilla dentro.
Es un abrazo.
Llega la paz.

Vuelvo a estas palabra, las que me pides que recuerde. No intento ganaros a ambos, a Ti y al mundo. Si a Ti te odiaron, si a Ti te persiguieron, no seré yo más que el maestro y convenceré al mundo.

No estoy para convencer.
Estoy para arder.
Y estoy deseando que tu fuego arda.
Que arda en mi.

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