Marcos 3,20-21
En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Un sencillo carpintero

Un sencillo carpintero haciendo milagros.¿Quién lo iba a decir?

Querido Jesús, hoy vengo a pedirte perdón. Soy de tu familia. Uno de esos que te llamaron loco mientras la gente no te dejaba ni comer. Vengo a pedirte perdón por ser tonto. Porque no te entiendo. Porque me avergonzaba que no hicieras lo esperado. Porque escandalizas con tu forma de hablar y de actuar. Allí donde vas, revolucionas. Revolucionas porque te sales de lo establecido. No eras cualquier predicador, no lo haces como cualquier hombre, no actúas con criterios humanos. Para ti los grandes, tus amigos son los pobres, los enfermos, los que sufren. Pero ¿quién puede entender eso?

En este tiempo que llevas recorriendo tantos pueblos y haciendo milagros inimaginables. Me he dado cuenta de algo: que no hay ni un ápice de racionalidad en Ti. Solo Amor. Todo amor. Esa locura es amor. Amor que no puedes controlar, Jesús. Ese amor tuyo pasa fronteras. Y es lo que no entiendo. Pero por lo visto, es un amor que engancha. Que mueve masas.

Ahora que te escribo me doy cuenta que no íbamos tan mal encaminados. Se te ha ido la cabezas Jesús. Eres un pobre loco enamorado. Que no te entendemos ni en tu familia. Nos cuesta sabernos amados.

Y ¿sabes qué? Me gusta esto de no entender. Porque me sorprendes cada día. Con algo que no me espero. Siempre rompiendo esquemas.

Casi se me olvida! Dale recuerdos a tu madre. Y dile que le admiro mucho. No sabes con que mirada de cariño te miraba mientras nosotros intentábamos callarte. Ella guarda todo lo que pasa en su corazón. Cuídala.

Con cariño,

Tu familia

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