Sábado, 13 de abril de 2024

13/04/2024 3 min
Sábado, 13 de abril de 2024

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Síntesis del Episodio

Jn 6, 16-21 • Vieron a Jesús caminando sobre el mar.

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.
Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban.



La noche se tercia cada vez más tenebrosa. ¿Qué horas serían ya? Miro arriba y no se ve una estrella; todo el cielo se ha encapotado, y las olas atentan con volcar las barcas en cada golpe.

El vaivén apaga las lámparas. Una y otra vez. Estamos todos en tensión, no sé que lío ha habido, pero no estás en ninguna de las barcas. Y el equipo lo está sufriendo. Nos reprochamos, nos maldecimos... creo que todos sentimos algo de miedo dentro y esta tomando el control.

No estás y todo se desmorona. En el momento en que te bajamos de la barca volvemos a ser el mismo desastre.

De repente gritos. Un rayo deja ver una silueta en el mar. La impotencia se apodera de nosotros, ¡aún juntos y tan sólos en la tormenta!

"¿Dónde estás?" grito por dentro, desde mis entrañas.

Y Tú voz responde: «Soy yo, no temáis».

Y silencio. Y sigue el diluvio pero el silencio se oye más que el viento y la marea.

Eres Tú.

«Soy yo, no temáis».

¡Eres Tú! ¡¿Qué está pasando?!

Sin entender todos los discursos se han sustituido por un sólo grito: «¡súbete a la barca! ¡ven con nosotros!».

Hay gritos por dentro que no se dicen en voz alta: "¡Qué bien que estés aquí! Sin Ti nos hundíamos, ¡no te vayas más!".

Aunque no te fuiste: no te dejamos alcanzarnos, quisimos llegar antes y no entendíamos que no podíamos llegar solos.

Y es que creo que no acabas de llegar, ¿verdad? Tengo el presentimiento que nos llevas custodiando desde que hemos desembarcado. Que nos has visto intentarlo y caer, pero siempre has estado a nuestro lado.

Chocamos con la otra orilla, te acercas y nos ayudas a aproar la barca para poder vararla en tierra.

Haces de tus milagros algo tan natural que me despistas. Pero es que el milagro no ha sido verte andar sobre el mar, de verdad.

Ha sido que cruces el mar a pie para no dejar de salvarnos.