Miércoles, 30 de junio de 2021

30/06/2021 4 min
Miércoles, 30 de junio de 2021

Escuchar "Miércoles, 30 de junio de 2021"

Síntesis del Episodio

Mt 8,28-34: En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos.

Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.

Y le dijeron a gritos:

-¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?

Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando.

Los demonios le rogaron:

-Si nos echas, mándanos a la piara.

Jesús les dijo:

-Id.

Salieron y se metieron en los cerdos.

Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua.

Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.

Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.

Hace un calor achicharrante hoy en Gerasa. Después de cruzar la orilla con tus discípulos, estás reventado, Jesús. Apenas has podido pegar ojo en la barcucha de Pedro, pero ha estado muy bien ya que no has parado de hablar con Bartolomé en el trayecto.

Sí, estás cansado, pero estás lleno de vida. Nada hay más satisfactorio para ti que dar Vida. Observas al bueno de Bartolomé, y aunque sus ojeras reflejan el mismo cansancio, sus ojos brillan ilusionados de nuevo. Pobre. Estaba pasando una mala época, y tu corazón Jesús, late con amor ante cada uno que se acerca a ti a descansar y a contarte sus penas.

¡Como será que escuchas a todos que incluso atiendes la petición de los demonios! Hoy te apetecía llegar con calma al pueblo y luego rezar al Padre tranquilamente, pero la vida siempre nos lleva por otros lados.

Dos endemoniados. Polvo en el camino. Sonido de bichitos veraniegos al sol. Tus discípulos se agazapan detrás de ti. Y tus labios pronuncian un “Id” poderoso. Los demonios son los primeros que te reconocen como el Hijo de Dios, y tú, con tu autoridad, atiendes la súplica de esos infelices.

Bartolomé, detrás de ti, se estremece. Mientras ve caer a los cerdos por el acantilado, alucina. Ayer por la noche no estaba muy seguro de acercarse a ti a contarte sus ralladas, pero al ver que su maestro escucha hasta los demonios…el pobre Bartolomé solo se da cuenta de lo tonto y desconfiado que llega a ser a veces.

Cuando el último de los cerdos toca el agua, Bartolomé lo tiene claro: nunca más va a dejar de acercarse a pedirle ayuda a Jesús, porque la vida del Hijo de Dios es totalmente y siempre para todos los que van a él. Especialmente cuando uno está pasándolo peor.

Un brazo recorre con afecto la espalda de Bartolomé. El apóstol se gira y se encuentra con los bellos ojos de Jesús.

“Estoy aquí. Siempre”

Sonríen.