Escuchar "Miércoles, 27 de julio de 2022"
Síntesis del Episodio
Mt 13,44-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»
El Reino de los Cielos... Tu tierra...
Tu reino...
Eso que te pedimos en cada Padre Nuestro...
Bien, me doy cuenta que es lo máximo, que es donde quiero llegar cuando acaben mis días por este mundo. Estar contigo, en tu casa, donde me preparas un lugar desde antes de que existiera, la tierra prometida, el Cielo...
¿Pero realmente lo has comparado bien, Jesús?
Vender todo lo que tengo para comprar el terreno donde creo que está un gran tesoro... Bueno, puedo entenderlo. Pero lo del comerciante de perlas finas... No sé. ¿Vender todas las perlas finas por una sola? Vaya negocio... ¿Cómo distinguir esa perla entre tantas? Me parece tan complicado...
Muchas veces desde la carretera solo veo campos y terrenos, parece que no pueden dar más allá de lo se haya plantado... Aparentemente no ocultan tesoros.
Me muevo en muchos terrenos que parece que dan sus frutos, pero no tesoros tan grandes como para venderlo todo.
Por otro lado, en mi vida veo muchas perlitas, yo tengo las mías, las que me he ido guardando, las que no vendería por nada.
Pero volviendo al principio, ¿a qué se parece el Reino de los Cielos?
Tal vez se parezca al simple tesoro que dan los campos, un tesoro sencillo y dorado, que llaman trigo y que se hace pan.
Se parece a un pequeño círculo blanco, que se guarda en cajas de oro, como la mayor de las perlas...
Esa perla, ese tesoro es el Reino de los Cielo. El Reino de los Cielos eres Tú, ¿No?
¿El Reino de los Cielos cabe en un pan blanco, Jesús?
Hazme como ese hombre que lo vende todo, y lleno de alegría, se lanza tras tu Reino.
Que te mire en la Hostia con los ojos del comerciante de perlas, que dejando todas las mías, solo me pueda conformar con recibir la tuya.
Y cuando reciba la perla blanca, el tesoro que dio aquel terreno, ¡cuando comulgue! sepa que te recibo a ti en mi, Dios en mí, y si Dios es el Cielo... el Reino de los Cielos en mí.
¡Qué cerca estás!
¡Todo en mí!
¡Venga a nosotros tu Reino!
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»
El Reino de los Cielos... Tu tierra...
Tu reino...
Eso que te pedimos en cada Padre Nuestro...
Bien, me doy cuenta que es lo máximo, que es donde quiero llegar cuando acaben mis días por este mundo. Estar contigo, en tu casa, donde me preparas un lugar desde antes de que existiera, la tierra prometida, el Cielo...
¿Pero realmente lo has comparado bien, Jesús?
Vender todo lo que tengo para comprar el terreno donde creo que está un gran tesoro... Bueno, puedo entenderlo. Pero lo del comerciante de perlas finas... No sé. ¿Vender todas las perlas finas por una sola? Vaya negocio... ¿Cómo distinguir esa perla entre tantas? Me parece tan complicado...
Muchas veces desde la carretera solo veo campos y terrenos, parece que no pueden dar más allá de lo se haya plantado... Aparentemente no ocultan tesoros.
Me muevo en muchos terrenos que parece que dan sus frutos, pero no tesoros tan grandes como para venderlo todo.
Por otro lado, en mi vida veo muchas perlitas, yo tengo las mías, las que me he ido guardando, las que no vendería por nada.
Pero volviendo al principio, ¿a qué se parece el Reino de los Cielos?
Tal vez se parezca al simple tesoro que dan los campos, un tesoro sencillo y dorado, que llaman trigo y que se hace pan.
Se parece a un pequeño círculo blanco, que se guarda en cajas de oro, como la mayor de las perlas...
Esa perla, ese tesoro es el Reino de los Cielo. El Reino de los Cielos eres Tú, ¿No?
¿El Reino de los Cielos cabe en un pan blanco, Jesús?
Hazme como ese hombre que lo vende todo, y lleno de alegría, se lanza tras tu Reino.
Que te mire en la Hostia con los ojos del comerciante de perlas, que dejando todas las mías, solo me pueda conformar con recibir la tuya.
Y cuando reciba la perla blanca, el tesoro que dio aquel terreno, ¡cuando comulgue! sepa que te recibo a ti en mi, Dios en mí, y si Dios es el Cielo... el Reino de los Cielos en mí.
¡Qué cerca estás!
¡Todo en mí!
¡Venga a nosotros tu Reino!
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