Mt 7, 15-20 • Por sus frutos los conoceréis.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».

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Seguimos andando. Yendo de pueblo en pueblo. Parándonos en las ciudades… acampando, durmiendo cada día en un lugar, a veces no sé ni lo que vamos a hacer mañana… y así llevo meses desde que decidí seguirte. A veces es dudo de ti, a veces pienso que esto no merece la pena y que en verdad quizás seas un loco, o más bien, que yo sea el loco por seguirte… veo las miradas de la gente al entrar en las ciudades. Y a veces me duelen. Porque sin duda la primera vez que te vi lo tuve muy claro, quería seguirte. Pero el camino se hace duro. Y a veces hasta dudo de mí. ¿Qué hago aquí? ¿Por qué te sigo? ¿Es todo esto verdad? Llegamos a una colina, descargamos nuestras bolsas, y nos sentamos. Encuentras un hueco entre nosotros y te sientas también. Entonces, empiezas a hablar “cuidado con los profetas falsos”. Me miras. Es como si me hubieras leído la mente. Como si te hubieras metido en mi cabeza y pudieras ver todas las dudas que se siembran sobre ti. Y esa mirada me atraviesa. Porque sabes que nos son dudas llenas de maldad, sino dudas que surgen en el camino de seguirte. Entonces sigues: “por sus frutos los conoceréis”

Frutos.
Frutos buenos.
Frutos malos.

“Por sus frutos lo conoceréis”

Entonces soy yo quien se queda mirándote mientras hablas. ¿Cuáles son tus frutos? Me quedo pensando. ¿Qué has sembrado en mi corazón todo este tiempo? ¿Qué ha crecido en mi interior? Sin duda, algo has plantado aquí dentro, algo que poco a poco crece y crece más. Frutos. Todas esas personas que poco a poco se unen. Cada vez somos más. Pero no es el número lo que llama la atención. Sino como nos cuidamos. Cómo te cuidan, Jesús. Como nos cuidas Tú. Frutos, es ver quién era antes y quién soy ahora. Verles a ellos, como llegaron y como son ahora. Mirarte y reconocer que el gran fruto eres Tú. Fruto de la vida. Fruto del amor. Tú eres el verdadero fruto.

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