Escuchar "Miércoles, 24 de Julio de 2024"
Síntesis del Episodio
Mt 13, 1-9: Cayó en tierra buena y dio fruto
Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron.
Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
-------------------------
Tanta multitud que desean escucharte. Era difícil hacerse un hueco. Estaba a rebosar de personas. Algunos han venido desde muy lejos, pero al escucharte y no entender,
se fueron, sintiendo que habían perdido el tiempo.
Tenían el corazón cerrado. Esperaban algo que no encontraron. Pero lo que no saben es que habían dado con el Hijo del Hombre, el que Dios Padre ha enviado. No supieron reconocerte.
Supongo que son como esas semillas que dices que se quedan al borde del camino, con un pie dentro y otro fuera, tan cerca de Ti físicamente, pero con el corazón muy alejado.
Y créeme que los entiendo, porque caer en tierra buena exige mucho.
Exige desprenderse de quienes queremos ser, para convertinos en quienes Dios quiere que seamos. A mi me costó tiempo. Diría que primero fui de esas semillas que se ahogaban, porque solo tocaban terreno pedregoso. Piedras que impedían que viera, piedras llenas de orgullo, de expectativas, de deseos que poco tenían que ver con Dios.
Y poco a poco me fui acercando. Y te encontré, aunque más bien diría que fuiste Tú quien me encontró. Perdido entre todas esas piedras que me distraían y me impedían andar. Y por mucho tiempo anduve cerca, pero sin atreverme a cruzar a la otra orilla. Iba por el lateral. Con miedo. Pero a la vez tenía la seguridad de que tú eras el camino. Camino de la verdad.
Tenía tantas ganas de unirme a ti y, a la vez, ¡tanto miedo de lo que me pudieras pedir! Que allí iba, con un pie dentro y con un pie fuera.
Con parte viviendo en el mundo y con otra viviendo en Ti.
A medias tintas. No me insistías, pero no te cansabas de acompañarme. A la espera de que un día te dijera SÍ con mayúsculas.
Y así fue. Empecé a andar por el camino. El camino que da frutos de verdad. Frutos que contagian y que dan vida. Ojalá siempre caiga en tierra buena, tierra de la verdad, de la vida, y que todo lo que me des, sea capaz de entregarlo.
Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron.
Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
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Tanta multitud que desean escucharte. Era difícil hacerse un hueco. Estaba a rebosar de personas. Algunos han venido desde muy lejos, pero al escucharte y no entender,
se fueron, sintiendo que habían perdido el tiempo.
Tenían el corazón cerrado. Esperaban algo que no encontraron. Pero lo que no saben es que habían dado con el Hijo del Hombre, el que Dios Padre ha enviado. No supieron reconocerte.
Supongo que son como esas semillas que dices que se quedan al borde del camino, con un pie dentro y otro fuera, tan cerca de Ti físicamente, pero con el corazón muy alejado.
Y créeme que los entiendo, porque caer en tierra buena exige mucho.
Exige desprenderse de quienes queremos ser, para convertinos en quienes Dios quiere que seamos. A mi me costó tiempo. Diría que primero fui de esas semillas que se ahogaban, porque solo tocaban terreno pedregoso. Piedras que impedían que viera, piedras llenas de orgullo, de expectativas, de deseos que poco tenían que ver con Dios.
Y poco a poco me fui acercando. Y te encontré, aunque más bien diría que fuiste Tú quien me encontró. Perdido entre todas esas piedras que me distraían y me impedían andar. Y por mucho tiempo anduve cerca, pero sin atreverme a cruzar a la otra orilla. Iba por el lateral. Con miedo. Pero a la vez tenía la seguridad de que tú eras el camino. Camino de la verdad.
Tenía tantas ganas de unirme a ti y, a la vez, ¡tanto miedo de lo que me pudieras pedir! Que allí iba, con un pie dentro y con un pie fuera.
Con parte viviendo en el mundo y con otra viviendo en Ti.
A medias tintas. No me insistías, pero no te cansabas de acompañarme. A la espera de que un día te dijera SÍ con mayúsculas.
Y así fue. Empecé a andar por el camino. El camino que da frutos de verdad. Frutos que contagian y que dan vida. Ojalá siempre caiga en tierra buena, tierra de la verdad, de la vida, y que todo lo que me des, sea capaz de entregarlo.
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