Escuchar "Miércoles, 1 de mayo de 2024"
Síntesis del Episodio
Jn 15, 1-8 • El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
----------------------
Otro día más, Rabbí, proclamando la buena nueva.
Mi corazón cambió el día que nos cruzamos en la fuente, el día que te revelaste como el Mesías, en el que me supe ya salvada por Ti.
Desde entonces mi corazón se ha consagrado a anunciarte a los pueblos, a recorrer las ciudades de samaritanos: ya pasé por Jezreel, por Endor, y hoy vengo de Tirza. No me quiero imaginar cuando me toque moverme a ciudades más grandes como Siquem... pero nada me para.
Aunque lo cierto es que estos días me están pesando algo más en el espíritu. La Pascua - que los samaritanos la celebramos antes - me trajo fuerzas, y la Magdalena me envió una carta hace unos días en la que me cuenta que estáis en Jerusalén y os preparáis para la vuestra también.
Me dijo que ibas a cenar solo con los Doce y a ella le entró un poco de celos, que para contentarla le contarte en secreto que una de las cosas que le hablarías sería de la vid y los sarmientos.
Me dice en su carta que me transmite palabra por palabra lo que fuiste contando y, leyéndolas, creo que ya sé porqué me pesan estos días.
Y es porque con tanto viaje me ha faltado tiempo para rezar, para volver al corazón a meditar lo que me dijiste, a descubrirte en todas las enseñanzas que vas dando a los tuyos, que las mujeres me van remitiendo en cartas.
Últimamente la misión se me hace tan grande que solo pienso en salir y anunciar, salir y anunciar. Estoy tan obsesionada con el éxito de la misión que sin querer empiezo a calcular, a medir rendimientos, a ponderar en qué ciudades debo dedicar más horas o menos, más palabras o menos...
Pero leo: "sin mí no podéis hacer nada" y lo entiendo. Como calmar la sed si no vuelvo al agua que me diste.
Vuelvo a leer: "El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante". Es que es eso. ¡Sin Ti qué fruto voy a dar! Por muchas buenas intenciones, por muchas horas de trabajo de sol a sol... ¡no puedo dar fruto si no vuelvo a Ti!
"Si mis palabras permanecen en vosotros". ¡Rabbí, qué alegría llena mi corazón al leer lo que me dices!
Mañana no saldré a primera hora. Cuando me levante rezaré con estas palabras una y otra vez. Y entonces saldré más tarde, e iré más tranquila, pero mi entrega dará fruto.
Porque vendrá de Ti. Estará colgando de tu vid. De tu vid-a.
¡Que tiemble Siquem!
¡Que tiemble toda la región de Samaria!
Porque hay una mujer que ha sido saciada por su Cristo y viene llena de agua viva.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
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Otro día más, Rabbí, proclamando la buena nueva.
Mi corazón cambió el día que nos cruzamos en la fuente, el día que te revelaste como el Mesías, en el que me supe ya salvada por Ti.
Desde entonces mi corazón se ha consagrado a anunciarte a los pueblos, a recorrer las ciudades de samaritanos: ya pasé por Jezreel, por Endor, y hoy vengo de Tirza. No me quiero imaginar cuando me toque moverme a ciudades más grandes como Siquem... pero nada me para.
Aunque lo cierto es que estos días me están pesando algo más en el espíritu. La Pascua - que los samaritanos la celebramos antes - me trajo fuerzas, y la Magdalena me envió una carta hace unos días en la que me cuenta que estáis en Jerusalén y os preparáis para la vuestra también.
Me dijo que ibas a cenar solo con los Doce y a ella le entró un poco de celos, que para contentarla le contarte en secreto que una de las cosas que le hablarías sería de la vid y los sarmientos.
Me dice en su carta que me transmite palabra por palabra lo que fuiste contando y, leyéndolas, creo que ya sé porqué me pesan estos días.
Y es porque con tanto viaje me ha faltado tiempo para rezar, para volver al corazón a meditar lo que me dijiste, a descubrirte en todas las enseñanzas que vas dando a los tuyos, que las mujeres me van remitiendo en cartas.
Últimamente la misión se me hace tan grande que solo pienso en salir y anunciar, salir y anunciar. Estoy tan obsesionada con el éxito de la misión que sin querer empiezo a calcular, a medir rendimientos, a ponderar en qué ciudades debo dedicar más horas o menos, más palabras o menos...
Pero leo: "sin mí no podéis hacer nada" y lo entiendo. Como calmar la sed si no vuelvo al agua que me diste.
Vuelvo a leer: "El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante". Es que es eso. ¡Sin Ti qué fruto voy a dar! Por muchas buenas intenciones, por muchas horas de trabajo de sol a sol... ¡no puedo dar fruto si no vuelvo a Ti!
"Si mis palabras permanecen en vosotros". ¡Rabbí, qué alegría llena mi corazón al leer lo que me dices!
Mañana no saldré a primera hora. Cuando me levante rezaré con estas palabras una y otra vez. Y entonces saldré más tarde, e iré más tranquila, pero mi entrega dará fruto.
Porque vendrá de Ti. Estará colgando de tu vid. De tu vid-a.
¡Que tiemble Siquem!
¡Que tiemble toda la región de Samaria!
Porque hay una mujer que ha sido saciada por su Cristo y viene llena de agua viva.
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