Escuchar "Martes, 9 de abril de 2024"
Síntesis del Episodio
Jn 3, 1-8 • El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.
Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».
Nicodemo le pregunta:
«¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
En la profundidad de la noche, escondidos del mundo, un entendido se reúne con el que dicen que es hijo de un carpintero, pero que obra milagros, que alimenta a multitudes, que todos le siguen, y que dice de sí mismo que es El Hijo del Hombre...
Él es un sabio, es jefe judío, pertenece al Sanedrín, tendría potestad y debería contar con la inteligencia para acallar a cualquier charlatán.
Pero, en mitad de la noche, se ha quedado boquiabierto y sin palabras.
Pregunta y pregunta, y no entiende.
Yo tampoco entiendo.
“Tenéis que nacer de nuevo”.
El sabio se toma muy en serio lo que escucha. Tiene un corazón que quiere estar más cerca del Dios que ama. Un corazón dispuesto, un corazón sincero, y a esos corazones Tú no te puedes resistir.
Y Dios se le rebela... con sencillez.
Tanta sencillez que abruma.
"El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va."
Verdaderamente: soplas donde quieres y no sé de donde vienes ni a donde vas.
Me meces, me estremeces y ahora soy capaz de ver que no te quiero controlar.
Quiero que Tú me restaures, que me des nombre. Quiero nacer en Ti, y que vivas en mí.
¡Haz lo que quieras!, que yo me dejo llevar.
¿De dónde vienes y adónde vas?
Tu “cómo” y tu “porqué”, ¡que más dará!
Viento, Espíritu: ¡despiértame! Porque quiero aprender a soñar.
Esto. Esto es nacer de nuevo: adentrarse en un mar que no hago pie por ningún lado.
Un actuar que escandaliza cualquier plan civilizado.
Sumérgeme en este misterio, bucearé y saldré a flote, transformado.
Llenas mi alma de silencio habitado en ese viene que viene y va, viene y va...
Y no dejes de soplar, Tú, viento que viene y va.
Sigue sorprendiéndome, rompiendo mis esquemas, en tempestades o suaves brisas. Que oiga tu ruido con el corazón y no con tanta oreja que oye y no escucha.
Que no quiera controlar lo que es más que yo, que quiera ser dócil a tus soplidos, a tus arrullos, a tus silbidos y tus vendavales.
Que te sepa hasta en el viento. Que esa honda conciencia de tu Presencia me haga morir al viejo yo y nacer de nuevo.
Nacer de nuevo.
Nacer de nuevo.
Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».
Nicodemo le pregunta:
«¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
En la profundidad de la noche, escondidos del mundo, un entendido se reúne con el que dicen que es hijo de un carpintero, pero que obra milagros, que alimenta a multitudes, que todos le siguen, y que dice de sí mismo que es El Hijo del Hombre...
Él es un sabio, es jefe judío, pertenece al Sanedrín, tendría potestad y debería contar con la inteligencia para acallar a cualquier charlatán.
Pero, en mitad de la noche, se ha quedado boquiabierto y sin palabras.
Pregunta y pregunta, y no entiende.
Yo tampoco entiendo.
“Tenéis que nacer de nuevo”.
El sabio se toma muy en serio lo que escucha. Tiene un corazón que quiere estar más cerca del Dios que ama. Un corazón dispuesto, un corazón sincero, y a esos corazones Tú no te puedes resistir.
Y Dios se le rebela... con sencillez.
Tanta sencillez que abruma.
"El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va."
Verdaderamente: soplas donde quieres y no sé de donde vienes ni a donde vas.
Me meces, me estremeces y ahora soy capaz de ver que no te quiero controlar.
Quiero que Tú me restaures, que me des nombre. Quiero nacer en Ti, y que vivas en mí.
¡Haz lo que quieras!, que yo me dejo llevar.
¿De dónde vienes y adónde vas?
Tu “cómo” y tu “porqué”, ¡que más dará!
Viento, Espíritu: ¡despiértame! Porque quiero aprender a soñar.
Esto. Esto es nacer de nuevo: adentrarse en un mar que no hago pie por ningún lado.
Un actuar que escandaliza cualquier plan civilizado.
Sumérgeme en este misterio, bucearé y saldré a flote, transformado.
Llenas mi alma de silencio habitado en ese viene que viene y va, viene y va...
Y no dejes de soplar, Tú, viento que viene y va.
Sigue sorprendiéndome, rompiendo mis esquemas, en tempestades o suaves brisas. Que oiga tu ruido con el corazón y no con tanta oreja que oye y no escucha.
Que no quiera controlar lo que es más que yo, que quiera ser dócil a tus soplidos, a tus arrullos, a tus silbidos y tus vendavales.
Que te sepa hasta en el viento. Que esa honda conciencia de tu Presencia me haga morir al viejo yo y nacer de nuevo.
Nacer de nuevo.
Nacer de nuevo.
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